CUBANET .INDEPENDIENTE

3 de noviembre, 2000


Venturas y desventuras del medio ambiente en Cuba

Héctor Maseda, Grupo Decoro

LA HABANA, noviembre - En Cuba existe desde 1997 un Programa Nacional de Medio Ambiente y Desarrollo concebido por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA). Cuenta con 236 áreas protegidas que abarcan el 22 por ciento del territorio nacional. De ellas 79 poseen la categoría de máximo interés. No obstante, la calidad de vida de la población no ha mejorado apreciablemente durante estos años y organismos como los ministerios de la Industria Azucarera (MINAZ) y Básica (MINBAS) se destacan como máximos contribuyentes a la contaminación ambiental en el país.

La población se ve afectada por más de 2 mil focos contaminantes. Entre los más significativos podemos señalar el puerto de La Habana cuyas aguas reciben deshechos sólidos provenientes de la refinería de petróleo "Ñico López", ubicada en su bolsón interior; la procesadora de piel de ganado mayor del Reparto Obrero, en el municipio San Miguel del Padrón; las aguas albañales y otras sustancias tóxicas que desembocan en esta bahía y que llegan de los municipios Habana Vieja, Centro Habana, Regla y San Miguel del Padrón. El río Almendares, a cuyas márgenes derraman sus deshechos industriales y detritos humanos los municipios Plaza y Marianao. El regazo del río Quibú dejó de ser hábitat natural de especies fluviales por el alto nivel de contaminación provocado fundamentalmente por los residuales del central azucarero "Martínez Prieto". La fábrica de jabones y detergentes próxima a Infanta y Manglar, en el Reparto Pueblo Nuevo de esta ciudad, que por violación en sus normas tecnológicas provoca nubes ácidas en varios kilómetros a su alrededor. Centenas de tupiciones vierten aguas albañales por toda la capital y contaminan el manto freático, una de las principales fuentes de agua potable para la ciudadanía.

El proyecto incluye lograr reducciones apreciables en los niveles de contaminación y a la vez pretende garantizar un desarrollo económico sostenido. Sin embargo, una rama industrial tan importante como la azucarera aporta casi 85 mil toneladas anuales de residuales orgánicos biodegradables (el 33 por ciento a nivel nacional). La básica, cuyos aportes tóxicos al medioambiente son de origen inorgánico sin posibilidades apenas de biodegradación, requeriría de grandes inversiones para el tratamiento de sus residuales. Las indisciplinas tecnológicas y el empleo de tecnologías obsoletas que envían a la biosfera sus excedentes tóxicos contribuyen, en gran medida, al aumento de estas sustancias en el medio.

El programa orienta el uso racional de nuestros recursos naturales, fundamentalmente suelos, bosques y aguas. Recientemente el colega Pedro Nasco, de la Agencia de Periodistas y Escritores Cubanos Independientes, realizó un estudio acerca de la acelerada salinización de los suelos al Sur del Valle del Guaso, provincia de Guantánamo, debido a la creación de más de 70 estanques para la Acuicultura, sin que se tuvieran en cuenta la construcción de adecuados sistemas de drenaje y la impermeabilización de los viveros.

El agua potable con que cuenta el país proviene básicamente de las precipitaciones en la época de lluvias cuyos volúmenes se almacenan en los ríos represados y el manto freático. Los períodos de seca aumentan por años y actualmente los niveles de agua depositada son inferiores a los mínimos promedios. A esto debemos añadir que un elevado por ciento de estas aguas acumuladas es para uso de la agricultura y otros fines, generalmente ajenos al consumo humano. Ahora bien, el agua potable de que disponemos en el país es insuficiente para cubrir las necesidades de la población. Ciudad de La Habana es una provincia favorecida, disfruta del servicio entre 2 y 4 horas diarias o cada dos días. El resto del país, como regla, sólo dispone de este precioso líquido una o dos veces a la semana. A esta realidad debemos añadir la enorme cantidad de salideros, roturas y pésimo estado técnico de las redes. Por estos aspectos las pérdidas de agua alcanzan el 30 por ciento de los volúmenes disponibles, superiores al 3-5 por ciento aceptado por las normas universalmente establecidas.

La erosión de los suelos se acelera en todo el planeta. Se conoce que mundialmente entre la quinta y tercera parte de las tierras cultivables están degradadas, lo que constituye un serio peligro para el abastecimiento global de alimentos. Cuba no es una excepción. Durante los primeros 60 años de este siglo sufrimos la tala indiscriminada de nuestros bosques, razón por la cual perdimos muchas tierras cultivables y se contribuyó a la erosión de nuestros suelos. Las autoridades cubanas mantienen un plan de repoblación forestal, pero no siempre las entidades presentan acciones concretas y, por consiguiente, las medidas resultan insuficientes.

En junio de 1992 se celebró en Rio de Janeiro la Conferencia Sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, conocida también como Cumbre de la Tierra. El propósito fue tomar una serie de medidas relacionadas con el cambio medio ambiental y desarrollo económico. Las autoridades cubanas asistieron, y se comprometieron en tomar medidas y determinar las reformas que debían abordarse a largo plazo para frenar el fatal desenlace ecológico. A esa reunión asistieron 178 países, lo que la convirtió en la mayor conferencia jamás celebrada.

En 1997 se celebró la II Conferencia de la Tierra en New York. Sus asistentes pudieron comprobar que los compromisos asumidos en 1992 no se habían cumplido. Los representantes cubanos también participaron. En esta ocasión se creó una Organización Mundial del Medio Ambiente y un Tribunal Internacional para solucionar los conflictos derivados de los problemas ecológicos.

Pensamos que no basta con reconocer que el hábitat en el planeta es finito, que la creación de programas nacionales de protección sean de por sí la solución de estos problemas, y que establecer políticas tendentes a frenar la degradación medioambiental solucionen nuestras dificultades en esa dirección. Es necesario aplicar medidas concretas que a corto, mediano y largo plazo permitan acometerlas rápida y eficientemente.

Lamentablemente, la administración Castro ha reconocido públicamente no disponer de los recursos financieros suficientes para enfrentar con éxito las dificultades, tanto del tema que nos ocupa como de cualquier otro que afecte directamente a la ciudadanía.

De modo que los cubanos no sólo tendremos que luchar para reducir la degradación ecológica y garantizar a las generaciones futuras el hábitat de la Humanidad, sino también con la incompetencia de un Estado totalitario incapaz de solucionar a lo largo de cuatro décadas las necesidades más elementales que enfrenta nuestra sociedad. Estas son, en realidad y a título de resumen, las venturas y desventuras del medio ambiente cubano.


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