Reivindicar a Los Beatles en Cuba
Tania Díaz Castro, Grupo Decoro
LA HABANA, mayo - Reivindicar a Los Beatles en Cuba parece ser tarea muy difícil. Estuvieron prohibidos desde que se iniciaron en 1964 hasta hace pocos años. No importó que se tratara de un cuarteto musical que le estaba dando la vuelta al mundo con un éxito
descomunal, que se convirtieran de inmediato en la máxima representatividad de la era del Pop, mucho menos que su música fuera considerada como un fenómeno del siglo XX. Se sabía que tras la disolución de este afamado grupo habían vendido un millón
de copias de discos en nuevas y viejas compilaciones; sin embargo ni aún así tuvieron oportunidad en Cuba.
Es posible que éste haya sido el único país del planeta que hizo oídos sordos a tanta fama merecida por parte de estos cuatros jóvenes admirados en todas las latitudes del orbe.
Ahora las disculpas a esa absurda política de vetarlos en la Isla son muchas. Se aduce, por ejemplo, que coincidieron con la invasión de Playa Girón compuesta por grupos de exiliados cubanos en Estados Unidos o con la Crisis de Octubre. También porque se trataba de jóvenes
ingleses que pretendían penetrar a Cuba a través del país enemigo. Basta media vez que nos preguntemos ¿con qué sucesos coincidieron otros muchos artistas proscriptos oficialmente en Cuba como Celia Cruz, Nelson Ned, José Feliciano, Willy Chirino, el
humorista Alvarez Guedes, y tantos otros, para responder a esa disculpa?
Recuerdo, como si fuera hoy, cómo en la década de los setenta nos reuníamos un grupo de escritores en la casa de una amiga extranjera para escuchar a Los Beatles, y los comentarios sobre los decomisos en la Aduana de La Habana para que no entraran discos o cassettes suyos a
Cuba. Alegaban que se trataba de manifestaciones artísticas con una gran dosis de diversionismo ideológico, no sólo por el contenido de sus textos musicales, sino además por la melena que usaban y cierto aspecto irreverente en el vestir. A pesar de todo, estos creadores
de Liverpool fueron fuente de inspiración a numerosos músicos y cantantes cubanos de todos estos años. La reivindicación jamás podrá efectuarse, tampoco la indemnización al pueblo por haberlo privado de este arte.
Recientemente se invitó a Paul Mc Cartney, uno de sus fundadores, a conocer Cuba. Me dicen que caminó por las viejas calles de La Habana y Santiago de Cuba y que no mencionó palabra alguna sobre el hecho de que durante décadas Los Beatles no pudieran ser escuchados o
vistos en la televisión cubana. Ahora se pretende erigir una estatua al desaparecido John Lennon en un parque del Vedado de las calles 15 y 16, el que además cambiará de nombre para llamarse como el artista. Este proyecto aún no se ha aprobado, pero es muy posible que se
haga realidad porque la mancha histórica que recae sobre Cuba respecto a Los Beatles es demasiado grande.
Mientras, también se empeña la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en ofrecer seminarios sobre la influencia de Los Beatles en varias generaciones de músicos del mundo entero, y hasta los narradores y poetas cubanos se dejan arrastrar por cierta tardía
beatlemanía ya puesta de moda. Pero lo cierto es que la Historia es una jueza implacable que, al menor descuido, levanta su dedo acusador y nos recuerda el pasado.
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