Mingus B. Formentor. La Vanguardia Digital - - 03:32 horas - 23/05/2000
El cubano Pedro Luis Ferrer actuó por primera vez en Barcelona
Antes del último y reciente auge de la música cubana en nuestras latitudes, el cordón umbilical sonoro casi exclusivo que mantuvimos durante años y años con la isla de la música fue la llamada nueva trova. Pero lo que son las cosas, de una de sus figuras
esenciales, Pedro Luis Ferrer, artista pero que muy sobresaliente en la triple faceta de compositor, intérprete e instrumentista, jamás se tuvo por acá la menor noticia. De hecho, no fue hasta el pasado jueves que actuó por primera vez en Barcelona, en la sala Bikini,
dentro de la Caravana de Pirineos Sur.
Algo más joven que Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, pero para los efectos cogeneracional con ellos, ese cubano central, de Sancti Spiritus, puede presentar una de las obras más redondas y rotundas de la trovadoresca cubana de los últimos treinta años.
Pero su actitud crítica frente a los logros y maneras del régimen, certera, argumentada de verdad y expresada casi siempre con esa impagable sorna cubana que embelesa al tiempo que afloja el músculo de la risa, parece haberle condenado a vivir dentro de la isla bajo tremenda
sordina mediática y fuera de ella en pura y dura condición de tapado.
No merece, en verdad, ni una cosa ni la otra. Y lo que casi es peor, con ese estado de cosas hemos andado perdiéndonos desde mediados de los setenta la fresca y sugestiva obra de un cantautor cubano excepcional. Pedro Luis Ferrer remoza la trova desde presupuestos casi antagónicos
al de sus paladines oficiales, Milanés y Rodríguez.
Un par de versitos de una de sus canciones más celebradas, "Inseminación artificial" (texto de su tío, el poeta Raúl Ferrer), sintetizan a la perfección su "filosofía estilística": "Se lo pido por favor, dejen el
experimento/Se lo pido por Fidel, algo más de movimiento". Y ese es el credo que Ferrer comparte con la vaquita Pijirigua del cuento, dar movimiento y raíz a la canción de autor, liberarla de engolamientos textuales y de estructuras sonoras foráneas, vehicular poéticamente
temas del contexto sociocultural de la Cuba contemporánea a ritmo de son, guaracha, rumba o changüí con la pícara y ocurrente creatividad verbal cubana que hace de la semántica una actividad para sabios felices y de la risa franca un arma con futuro.
Complementan su obra canciones de gran belleza -"Qué misterio hay en ti", "Mariposa", "Si no me voy de Cuba", "Romance de la niña mala", "Un camionero en la plaza de Santiago"-, una obra en la que no hay ni un gramo de ganga. Lo
suyo es bueno de toda bondad, en el fondo, en la forma, en el texto y en el pretexto. Ciento por ciento cubano y con pasaporte intergaláctico. Sea bienvenido y bienhallado ese gran tapado de la nuevatrovería, don Pedro Luis Ferrer.
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