Hay guateque en el bohío
Manuel Vázquez Portal, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, mayo - Hace días sesiona en La Habana el Congreso de los Agricultores Pequeños. Por él han desfilado ministros, funcionarios del Partido, militares de alto rango. Y todos, como a coro, han afirmado que el objetivo principal del cónclave es hallar vías
para garantizar la alimentación del pueblo.
El pueblo está deseoso de que se hagan realidad esos postulados. Desde hace cuarenta años el gran problema cubano ha sido el de la alimentación, y ya la gente está cansada de andar por ahí con el estómago estrujado. Es hora de que los dientes sirvan algo
más que para sonreír, si es que alguien tiene deseos de sonreír con las tripas chillando.
Se ha hablado mucho de avances en el sector agrícola, de la respuesta que han dado los campesinos a las dificultades por las que atraviesa el país. Pero la realidad es que la gente se sigue alimentando de pan con truco y refresquitos instantáneos. Los mercados agropecuarios
son un desafío a los salarios más elevados, y una prohibición para la mayoría de los bolsillos.
Si mi abuelo resucitara y le dijeran que un mango vale cinco pesos, una guayaba tres, una libra de frijoles siete, un coco seco cuatro, una libra de carne de cerdo 23, y una piña 15, armaba un guateque en su bohío para el cual invitaría al mismísimo Orlando Lugo Fonte
para que viera al Cucalambé morirse de la risa ante tamaña locura.
Cuba, según dicen los entendidos, es una tierra tan feraz que los pajaritos defecan semillas de arroz y nacen árboles de aguacate. Sin embargo, yo no sé por qué usted sale por ahí, por esos campos de Dios, y no ve más que plantíos de caña,
más bien caguazo, que es una palabra que me aprendí en la infancia, y sembrados de plátano burro. Es como si desde la aventura del Cordón de La Habana se hubieran acabado todas las semillas, y así no digo yo si una fruta bomba vale tanto como una ternera.
Pero según ha trascendido desde las salas de las sesiones del Noveno Congreso de la ANAP, antes de que los cubanos nos pongamos más pálidos que un chayote, los campesinos resolverán el problema de la agricultura, y todos estaremos tan rollizos y rosaditos como Alfredo
Jordán Morales, nuestro ministro de la Agricultura.
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