CUBANET ...INDEPENDIENTE

16 de mayo, 2000



¿Drenaje o locura a caballo?

Rodolfo Damian, Cuba Press

MATANZAS, mayo - Después de inundaciones que vienen desde la época de los piratas en la zona costera de Los Pinitos, en la ciudad de Matanzas, comenzó la construcción de un drenaje pluvial.

En las calles inundadas el agua sube a niveles increíbles. Para cruzar de un lado a otro se necesita una balsa -¡oh, las balsas otra vez!- o un bote -¡ojo, cuidado con esos artefactos subversivos!

Después de una prolongada espera, y gracias a las seculares protestas de los vecinos de esta zona, al fin entró en escena el Contingente Julio Antonio Mella para realizar el trabajo de drenaje con el plausible propósito de eliminar para siempre las fatídicas inundaciones.

Todo muy bueno, todo muy OK, pero todo una locura. Por esto o por aquello comienzan en una cuadra y no la terminan. Rompen otra y la dejan por la mitad. Alegan que faltan las santísimas losas de hormigón, o que esperan una grúa que tiene que venir de Cárdenas para izarlas y ponerlas en su lugar.

La grúa nunca llega puntual, y el chofer alega a su vez que no le alcanzaba el petróleo para el viaje porque "tuvo que coger en calidad de préstamo unos galones del preciado combustible para poder cocinar en su casa".

Y bueno, llegó la grúa, y su chofer, con una sonrisa metafísica, gritó: "¡Llegué!"

Pero, ojo, el trabajo por cuadras no se puede continuar. El Jefe de Obras, bajito, gordito y genioso, con una permanente acidez estomacal, ha mandado detener el trabajo. ¿Causas? ¿Alguna movilización para la agricultura? ¿Otra manifestación? No. Por suerte. Es que han aparecido unos desconocidos y románticos manantiales que brotan en el medio de las excavaciones.

Rápido, el Jefe bajito y gordito ordena instalar las tres bombas hidráulicas para extraer el agua, lo que resulta un fiasco. El Jefe de Obras bajito y gordito baja al terreno de los mortales a todos los santos que habitan en el cielo. Llama por teléfono para pedir otra bomba, y una Dulce Voz del otro lado del aparato le contesta que el Director del Contingente no está, así como el Subdirector, ni el inversionista, ni el ingeniero jefe, ni el ingeniero subjefe, ni el jefe de proyectos, ni el jefe de talleres.

"¿Y quién está ahí, preciosa?", pregunta el Jefe de Obras, disimulando su ansiedad bajo una contención emocional propia de los grandes actores. Y la Dulce Voz lo ayuda, poniéndolo en comunicación con Cuco, el mecánico, a quien el Jefe de Obras hace el pedido: "Necesito otra bomba de agua", y le explica el porqué.

Cuco (que lo sabe todo allí, hasta lo que no puede comentarse), con voz cavernosa le informa que él había oído que el Director del Contingente había ordenado la compra de una bomba más grande (en dólares, of course), pero el banco no aceptó el cheque porque el punto de una "i" no era igual al punto de la otra "i", y por tanto no podía transferirlo a la EABHYOEN.

El Jefe de Obras, ya a un paso del infarto, volvió a la Dulce Voz: "¿Qué c...?" y rectificando a tiempo: "¿Qué cosa es la EA... esa cosa, algo nuevo?", a lo que dulcemente ella le respondió: "EMPRESA-DE-AUTOBOMBAS-HIDRAULICAS-Y-OTROS-ENSERES". Por lo cual, el Jefe de Obras, el gordito, tenía que seguir con las que tenía o esperar hasta la próxima sequía siguiendo el parte meteorológico.

Frenético y fuera de sí, el Jefe de Obras, el bajito, gordito genioso, tiró el teléfono, no sin antes emitir una blasfemia donde hasta el pobre Dios salió mal parado.

Por lo tanto, otra cuadra que se queda sin terminar.

El Jefe de Obras retira las bombas, retira los albañiles, retira los ayudantes, retira una tableta de SILOGEL del bolsillo y se la traga sin agua. Y dando un agudo que el mismo Pavarotti envidiaría, ordena al retroexcavador, sin excusa ni pretexto, a que vuelva a poner en su antiguo lugar la tierra que sacó, hasta que aparezca la otra bomba.

Pero como hay un plan, traslada a todo su equipo para la cuadra siguiente y comienza a romperla, en la esperanza de no toparse con otros manantiales... ¡ya van para tres cuadras más o menos en lo mismo!

Pero ¡oh fatalidad! Surge ahora una mayor contrariedad. Van a trabajar en plena Calzada del General Betancourt, y Transporte Interurbano se niega a que sus ómnibus se desvíen por otra calle. El director de C.J.A.M. (si quiere saber qué significa, remítase al primer párrafo de esta crónica), dice que sí.

La reunión adquiere matices de confrontación bélica. La Secretaria -Dulce Voz- reparte té algo aguado y pan con pasta de bocaditos -se ignora de qué está hecha la pasta. No se ponen de acuerdo. El Jefe de Obras, esperando y tragando tabletas contra la acidez cada media hora; los obreros esperando, el retroexcavador esperando... hasta que ¡al fin! llegan a un acuerdo... la sangre no llegó al río:

Que sigan rompiendo, abriendo la Calzada hasta llegar al sitio programado. En cuanto a las losas, ya están en eso.

Mientras tanto, nuestras cuadras quedan en parte rellenas, en parte asfaltadas. ¿Cuándo las terminarán? Misterio. Suspenso. Pero no desanime, querido lector, de Dalí tenemos mucho en este país.



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