Fallido logro
Rev. Ernesto Iturriaga, Cuba Voz
LA HABANA, mayo - Y se ha ido abajo otro de los supuestos logros de la Revolución. El anticonstitucional Decreto-Ley 217 ha logrado legitimar lo que siempre se trató de ocultar: la discriminación, la represión y la violación de derechos humanos.
El gobierno ha decidido "repatriar" a los llamados "palestinos", cubanos nacidos en el Oriente del país a los que la miseria, la escasez, falta de empleo y las pésimas condiciones de vida han obligado a emigrar a La Habana. Muchos de ellos llegan mirando un
paraíso sin saber lo que realmente les espera en un país donde sólo se construyen últimamente hoteles y complejos turísticos, y donde la situación de la vivienda se ha agudizado al extremo que un saco de cemento (de 100 libras) a precio del Estado cuesta 75
pesos (3,75 dólares al cambio vigente) o sea el salario medio quincenal de un trabajador, por lo que el emigrante debe construir su vivienda con tablas usadas, cartones y cuanto le venga a las manos.
Producto de esto, la Oficina del Carné de Identidad (perteneciente al Ministerio del Interior) no les concede el traslado, pues tal pareciera que son marcianos los llegados y no sus compatriotas. Para trabajar sucede otro tanto, pues al no tener dirección oficial en la capital no
se puede trabajar a no ser que se encuentre a un amigo que por algún dinero lo introduzca a laborar en un Contingente o una Microbrigada (empresas dedicadas principalmente a la construcción de inmuebles).
Ante el problema, el llamado "poder del pueblo" (Poder Popular), en realidad poder del gobierno, no encuentra mejor solución que acudir a la Dirección de Viviendas, la que a su vez no encuentra más solución que imponer multas, que representan el salario de
dos y tres meses de un trabajador, y acudir a la policía (la mayoría "palestinos" legalizados con su ingreso en ese cuerpo represivo) para que a golpes de karate, de bastonazos y rociaduras de gases lacrimógenos, arremeta contra niños, mujeres -incluso
embarazadas- y hombres, sin miramientos, con tal de desalojarlos de sus rústicas casuchas.
Después, las palas mecánicas destruirán los sueños que un día ellos creyeron se realizarían, y un tren los llevará deportados de regreso a sus provincias con la mente llena de recuerdos de injusticia y de violaciones de los derechos humanos.
Los recientes desalojos en la Isla de la Juventud (antes Isla de Pinos) y el brutal intento de desalojo de casi 500 personas en Casablanca, localidad ultramarina de la capital, donde resultaron lesionadas por agentes policiacos unas 15 personas -entre ellas tres niños- no le importan
mucho a un gobierno que pone y quita las leyes a su antojo, decide hipócritamente qué y cuáles son los derechos humanos, cambia de un día a otro la Constitución y maneja a los cubanos de la isla.
Esta es la justicia "revolucionaria", preconizada desde 1959, y que se pregona y se ensalza ante el mundo como lo que cambiará a este planeta Tierra y que se impone en Cuba ya sin careta: a lo comunista.
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