Reportaje al pie de la imagen
Ernestina Rosell, Cuba Press
LA HABANA, mayo - No le temblaron las manos a los gobernantes estadounidenses para alzarlas contra el gobierno cubano en Ginebra. No titubearon, tampoco, en el rescate que uniría a Elián con su padre.
Cada asunto en su justo lugar. El derecho universal de la patria potestad, reconocido al padre. Los derechos humanos, reclamados para el pueblo de Cuba.
La familia, a un lado. La política, al otro.
Ambas decisiones han provocado trágicos antagonismos a cada orilla del Estrecho de la Florida.
El gobierno de la isla elogia el rescate y escandaliza por la votación de Ginebra. Mientras que los políticos miamenses escandalizan por el rescate y elogian los resultados de Ginebra.
Las hondas de los David, en ambos lados del Estrecho de la Florida, lanzan insultos e improperios contra el norteño Goliat. Por primera vez en 40 años coinciden, aunque las motivaciones son diferentes.
Pero, al actuar conforme al estado de derecho, junto a sus arraigadas tradiciones democráticas, Goliat expía, así, parte de sus errores y defectos ante el mundo.
Las fluctuaciones políticas de La Habana y Miami, no pueden más que causar perplejidad.
Meses atrás, el lente de alguna televisora estadounidense captó el instante en que los políticos de Miami envolvían al niño Elián con la bandera norteamericana, tal vez como un símbolo de cordial y acogedora bienvenida al pequeño balsero.
La imagen sacó chispas de indignación entre los gobernantes de la isla y sus partidarios.
En estos días, tras el abrupto rescate de Elián, otra imagen muestra cómo los manifestantes cubanos, residentes en Miami, rasgan e incineran la bandera de la nación que dio abrigo a Elián y asiló a quienes huyeron del sistema totalitario de la isla
caribeña.
Curiosamente, los políticos y periodistas gubernamentales de La Habana critican indignados la quema de la bandera de su más acérrimo enemigo.
Pero el raro intercambio de posiciones entre Miami y Cuba también se percibe ante la foto del agente federal armado junto al niño y al pescador.
Las ampliaciones del fotograma, que muestran el seguro del arma puesto, el dedo del agente fuera del disparador y el arma apuntando en otra dirección, son realzadas por la prensa oficialista cubana con el asentimiento gubernamental. A la vez, Miami hace con la foto lo que, en otras
circunstancias, haría La Habana: la utiliza como prueba de violencia del gobierno norteamericano en un primer golpe de vista.
Por último, las imágenes del ataque de algunos manifestantes cubanos en Miami contra colegas de la CNN parecen haber sido captadas en Cuba durante las acciones de las Brigadas de Respuesta Rápida (grupos paramilitares que defienden al régimen de Castro haciéndose
pasar por ciudadanos que defienden la revolución) en los mítines de repudio contra periodistas independientes y opositores.
Al parecer, medio siglo de dictadura y totalitarismo ha marcado a todos los cubanos. O a casi todos, puesto que muchos aprueban las dos decisiones finales del gobierno norteamericano: respetar la patria potestad por encima de las ideologías, y condenar al gobierno de Cuba por sus
indiscutibles faltas en materia de derechos humanos.
Espero ser acusada, una vez más, de "marioneta del imperialismo" o de "anexionista", pero ya sé bien por quiénes.
Al cierre de este artículo, el gobierno cubano continúa el ataque y las ofensas contra todos los países que lo condenaron en Ginebra. Mientras, Elián sonríe en el regazo paternal y familiar, allá, lejos, en Washington.
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