Jose Mármol. Publicado el martes, 9 de mayo de 2000 en El Nuevo Herald
Mucho se ha hablado del hombre nuevo que Fidel Castro ha venido repitiendo como el logro más importante de su revolución. En el padre de Elián encontramos las características de ese ente que ha producido en grandes proporciones ese régimen con adoctrinamiento y
terror generalizados.
Juan Miguel González, según me han contado dos de sus ex amigos y conpañeros, presuntamente cometía fechorías tales como el robo de bebidas alcohólicas de las bodegas de los hoteles, las cuales después vendía en dólares a los
turistas en la playa de Varadero. En ésta se le conocía, según sus amigos, con el apodo de Miguelito Mentirita, porque les inventaba un cuento a sus cómplices, empleados de centros turísticos que le facilitaban la mercancía y luego les pagaba menos de lo
prometido.
Este tipo de hombre nuevo se ve chusma, irresponsable y bravucón. ¿Recuerdan ustedes cuando declaró que iba a venir a Miami con un rifle para liquidar a los que cuidaban la casa de Elián? ¿Y qué me dicen del gesto grosero y vulgar mostrando el dedo del medio
a unos jóvenes que se manifestaban pacíficamente frente a la casa de Fernando Ramírez, director de la misión cubana en Washington? También parece mostrar la principal característica de esos seres humanos que viven una existencia ambivalente y muestran una
cara al mundo exterior mientras piensan lo contrario. Así fue que Juan Miguel llenó en dos ocasiones la solicitud para entrar en la llamada lotería de visas, para venir con residencia a EU. Hay testigos que aseguran que su ex esposa, Elizabet Brotons, venía con Elián
para Miami en una embarcación clandestina y que Juan Miguel llamó anticipadamente a Lázaro González diciéndole que cuidara del niño. Según las mismas fuentes, en testimonios que bajo juramento han prestado testigos presenciales, Miguelito mostraba ser
como relata la famosa canción: mujeriego, parrandero y jugador, y emulando a su ídolo Fidel Castro, tuvo tres mujeres. De la primera nació un niño que está en Cuba; a la segunda, Elizabet, la abandonó cuando sólo contaba seis meses de gestación,
y la tercera con su hijito menor le acompaña en sus andanzas en Washington. Fidel, su inspiración y líder, le ganó por mucho, pues tiene 11 hijos con 5 diferentes mujeres y sólo se casó con una, la madre de Fidelito. Orlando Rodríguez, vecino y amigo
por muchos años de Juan Miguel González, ha testificado que presenció los maltratos físicos y de todo tipo que este sujeto le propinaba a la madre de Elián.
En un inexplicable sincretismo, el presidente Bill Clinton y el dictador Fidel Castro se han unido para que el niño vuelva a Cuba como un trofeo político y una victoria más para la tiranía. Y este individuo, que no pasó de la secundaria, que se mantuvo más
de cuatro meses sin hacer el menor gesto de venir a ver a su hijito y que sólo viajó cuando lo hizo por orden del propio tirano Castro, hoy está residiendo en la lujosa mansión Wye River en Maryland, rodeado de sirvientes y guardaespaldas pagados por nosotros, los
contribuyentes. Según el último informe oficial, el gobierno de EU lleva gastado cerca de un millón de dólares en estos menesteres.
¿Quién iba a decirle a Miguelito, experto en ofrecer botellas de champán francés a los turistas en Varadero, que un día podría impedir que su tío, a quien pidió que cuidara a Elián, y su prima Marisleysis, quien durante casi cinco
meses sustituyó a Elizabet, lo visitaran allá en esa suntuosa residencia? ¿Y mucho menos que el costoso abogado Greg Craig, amigo de Clinton, actúe solícitamente como su representante legal sin que se sepa quién pagará la astronómica suma de sus
honorarios?
Sin embargo, tanto poder de Juan Miguel no fue suficiente para lograr que el hijo de su primer matrimonio viniese con la delegación de la psiquiatra doctora Caridad Ponce de León y los cuatro pioneritos compañeros escolares de Elián. No sabemos si este pedido guarda
relación con la visita que por esa fecha le hicieron conocidos agentes de la inteligencia cubana, encubiertos con el ropaje diplomático, encabezados por el director de la Sección de Intereses.
No creo que nadie quisiera estar en el pellejo de este infeliz, que muestra ojos aterrorizados cada vez que lo entrevista la prensa. Cualquiera que sea el desenlace de este drama, ya le han salido a relucir hechos comprobados que allá se consideran como una traición a la revolución.
Así terminan los cobardes y los traidores. Siempre los ha habido en el decursar de la historia. Recordemos a Judas Iscariote.
jose_marmol@yahoo.com
© El Nuevo Herald
Copyright 2000 El Nuevo Herald |