Títeres en Matanzas
Rodolfo Damian, Cuba Press
LA HABANA, mayo - El Cuarto Taller de Títeres, organizado por el grupo de Teatro Papalote, de la ciudad de Matanzas, no cumplió la totalidad de los pronósticos esperados.
A pesar de que contó con buenos especialistas en la materia, y que su organización pudiera catalogarse de satisfactoria, el taller no logró superar a los anteriores, según opiniones recogidas por este corresponsal. La asistencia de participantes extranjeros fue menor,
y las obras presentadas por éstos, a excepción de El sapo y el zopilote, por el grupo mexicano La Cucaracha, careció de importancia.
Por la parte cubana, y también con una reducida asistencia de los grupos nacionales, El porrón maravilloso, obra presentada por el guiñol de Santa Clara, se llevó las palmas, a pesar de ser ya una antológica puesta de esta agrupación. Sin embargo, lo que
más llamó la atención en el transcurso de estos diez días de talleres y presentaciones, no fue una obra para títeres, sino el remate de El amor de don Perimplín con Melisa en su jardín, de Federico García Lorca, donde el grupo Papalote (y su
director, René Fernández), logró una expresiva y sugerente puesta en escena, aunque soslayó, y no sabemos por qué, el erotismo de esta pieza.
El resto pasó sin pena ni glorias. Hubo presentaciones en que el público infantil fue escaso, pese a la publicidad que tuvo el evento.
No puede dejar de reconocerse la oferta de publicaciones sobre el teatro de títeres, como las revistas La Mojiganga, Manita en el suelo y Conjunto. Además de la exposición realizada, en reconocimiento a los hermanos Camejo, verdaderos propulsores del teatro para niños
en Cuba, y que por muchos años han sido silenciados por el Ministerio de Cultura.
En resumen, esperamos que el Quinto Taller de Títeres 2002, vuelva a relucir, alejando de este último, que no ha dejado ninguna huella.
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