Una mezcla rara
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, mayo - El sábado 22 fue calificado por Fidel Castro como día de tregua en muchos años entre Cuba y Estados Unidos. En la madrugada de ese día, último de la Semana Santa como es bien conocido, fuerzas federales del gran país del Norte,
derribando la puerta y fusiles ametralladora en manos, entraron a la casa de la familia González en la Pequeña Habana, y sacaron de allí al balserito cubano Elián González Brotons. Esto, supuesta y paradójicamente, era para hacer cumplir la ley.
Fidel Castro apoya la violencia siempre que vaya a favor de sus intereses. Las intervenciones militares soviéticas en Checoslovaquia y Afganistán, y el aplastamiento del movimiento pro democracia en la Plaza Tienamen, en China, fueron cosas bien vistas por él, no así
las intervenciones estadounidenses en Granada y Panamá.
La esencia y la historia del régimen que desde hace 41 años se mantiene en Cuba es violenta. Recordemos que, también una madrugada, en la del 26 de julio de 1953, Fidel Castro y sus hombres asaltaron el Cuartel Moncada. A partir de esa fecha, jamás la violencia que en
alguna medida responda a sus intereses políticos, la ha censurado o descalificado.
No es extraño, por lo tanto, que haya aplaudido y destacado de manera significativa la entrada violenta de un grupo de asalto a una casa de familia en Miami. Lo que siempre resulta un poco extraño, por muchas vueltas que se le dé, es que las administraciones demócratas
en Estados Unidos siempre, en alguna medida, son proclives a Fidel Castro.
Cuando ocurrieron esos hechos el régimen de La Habana prácticamente acababa de ser condenado por violador de los derechos humanos en Ginebra, y ahí resulta la unión, al menos en ese objetivo, del paladín de esos derechos con el que no respeta para nada esos
derechos. Esa es una mezcla rara. Es como unir a Jefferson con Marx, y a la Declaración de Independencia con el Manifiesto Comunista.
Este regreso a Cuba de Elián, no se sabe si por el paralelismo que existe entre su rescate del mar un 25 de noviembre y la salida del yate Granma de México también ese día, pero de 1956, o porque es necesario mostrar fuerza cuando se está en el ocaso, es
altamente prioritario para el presidente de los consejos de Estado y de Ministros de Cuba.
Ayudar con la violencia a que esa imperiosa necesidad se cumpla es como abrir la puerta para que un enemigo entre a nuestra casa. A la Justicia, aunque haya detrás una secretaria actuando con ese nombre, no se le puede quitar la balanza y la venda y tirarlas en el cesto de la basura de
una oficina, arrebatarle la espada y entregársela a un cuerpo especial de asalto para que invada el hogar de simples ciudadanos, porque eso es ponerle harapos a la Justicia. Y la Justicia vestida con harapos no sólo es un espectáculo que inspira una infinita tristeza, sino que
además, es enormemente inmoral.
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