La diversión del cubano de hoy
Haydeé Rodríguez, APLO
SANTIAGO DE CUBA, abril - El pueblo romano de la antigüedad se divertía con Circo y Pan; el pueblo cubano de hoy se divierte con ron y espectáculos.
Como hay tan pocos centros de recreación como teatros, cines, acceso a clubes y otros, este pueblo se conforma con salir corriendo calle arriba y calle abajo, por ejemplo, cuando se entera que a diez cuadras se ahorcó alguien. Todos quieren ver al ahorcado, algunos para ver si
tiene la lengua afuera. Aunque casi siempre ya está en el suelo y manos piadosas le echaron una sábana encima, así y todo los curiosos se amontonan alrededor del muerto ansiosos por verle el rostro, aunque sea un instante.
Lo mismo ocurre cuando se escucha el impacto de una colisión entre dos vehículos. Las mujeres a toda prisa, a veces descalzas, mal vestidas y desgreñadas; los hombres y los niños también descalzos y sin camisa, quieren ser los primeros en ver el inusitado
espectáculo. Si hay sangre es mucho más grande la algarabía y los comentarios. Si hubo muertos: "Quién tuvo la culpa". "Se llevó la señal de pare". "La luz roja". "Estaba borracho uno de los choferes". "Se le
fueron los frenos". Cada uno tiene su propia versión del caso. Los más humanos corren y gritan en busca de auxilio para trasladar al o a los heridos al hospital.
Otro espectáculo que mueve multitudes en cuanto se produce es el fuego. Es impresionante ver cómo se aglomera el público al escuchar las sirenas de los carros bomberos o de las patrullas de la policía. A veces esto hace más difícil la arriesgada labor
del cuerpo de bomberos y de los agentes de la autoridad, quienes tienen que acordonar rápidamente el lugar, pues es frecuente que los bribones se involucren en el salvamento de muebles y otros bienes con el fin de robárselos. Muchos han perdido la sensibilidad humana.
Este pueblo ávido de espectáculos se acerca peligrosamente al más pavoroso de los fuegos con tal de no perderse un detalle de cómo se cayó un techo, una pared, o de ver cómo los moradores tratan a toda costa de salvar sus equipos electrodomésticos,
muebles, ropas. Es una labor muy molesta para los bomberos, pero es así. Y aún el fuego no se ha extinguido ya los curiosos caminan sobre las ruinas y las cenizas.
También es usual que se diviertan observando las frecuentes riñas callejeras o familiares. Ese público que no falta a ningún lugar, principalmente en los barrios marginales, encuentra ahí una motivación para salir del hastío y de la monotonía.
Lo mismo ocurre si le ponen en el barrio una pipa de ron o de cerveza; en torno a la misma se aglomera gran cantidad de personas que en la ingestión de bebidas alcohólicas halla una manera de olvidar la miseria en que vive. Se envilecen y se embrutecen con esta malsana práctica.
Ellos mismos manifiestan: "¿Qué vamos a hacer? No hay otra cosa en que entretenerse y pasar el rato".
Nada, así es la Cuba de hoy. Muy diferente de la que describe la prensa gubernamental. Pocos alicientes, pocas esperanzas, y un futuro que cada día se vislumbra más incierto.
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