La eficiencia no llega
Lic. Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, marzo - A pesar de la propaganda oficial, la deseada eficiencia en el sector estatal de la agricultura cubana continúa sin obtenerse. Esto se desprende de un artículo publicado en la revista Bohemia sobre el estado financiero de las Unidades Básicas de Producción
Cooperativa (UBPC) en febrero.
Según el trabajo, el 61 por ciento de las UBPC cañeras y el 59,7 por ciento de las no cañeras fueron irrentables en 1999, aunque existieron excelentes condiciones climatológicas para la agricultura y se efectuaron importantes aumentos en el precio de muchos
productos. En la caña, por ejemplo, el precio de 100 arrobas cosechadas comenzó a pagarse a 24.90 pesos casi un 50 por ciento de incremento sobre los precios anteriores, más un plus por la calidad que puede ascender de 2 a 3 pesos adicionales.
Las UBPC, creadas en 1993 con tierras y las enormes deudas de las antiguas granjas estatales, poseen en su conjunto el 42 por ciento de la superficie agrícola del país incluidas extensas áreas ociosas llenas de marabú y otras malezas.
En las estadísticas oficiales están clasificadas falsamente como organizaciones no estatales, aunque es ampliamente conocido que en los hechos carecen de independencia para realizar su gestión y el personal incorporado está compuesto por simples trabajadores carentes
de incentivos y poder de decisión.
En las UBPC cañeras los rendimientos por hectárea fueron de 32,93 toneladas en la zafra 1998-99, y actualmente 140 unidades de las 1 002 existentes no rebasan las 25 toneladas por hectárea. Si se tiene en cuenta que hoy a escala mundial el promedio de caña por hectárea
es superior a las 60 toneladas, según la FAO, resulta comprensible el estado crítico en que se encuentran las supuestas cooperativas.
En realidad esto no es nuevo. En el período 1962-93 los rendimientos de los agricultores cañeros no estatales superaron al sector estatal en 3,9 toneladas como promedio por hectárea cosechada. La diferencia se amplió en los años 1991-93 cuando alcanzó
8,8 toneladas. Esta situación es difícil de comprender si se tiene en cuenta que los agricultores cañeros no estatales consiguieron una productividad superior por área con significativos menos recursos que el sector estatal.
Además, en esos años los campesinos carecieron de suficientes garantías para permanecer en sus tierras por haber estado siempre presente el temor a las confiscaciones. Esta circunstancia influyó en la desestimulación para el desarrollo de un cultivo permanente
como la caña de azúcar, necesitado de grandes inversiones iniciales y un período relativamente más prolongado de recuperación de las mismas que otras producciones.
Las UBPC no cañeras, con 1 689 unidades de las cuales 1 008 fueron irrentables en 1999, también presentan un deplorable panorama. Ello ha contribuido a incrementar la dependencia de la importación de alimentos que pudieran producirse en el país. Resulta increíble
que una nación con tan ricas tradiciones ganaderas, para garantizar la leche de los niños hasta sólo siete años, tenga que comprar en el exterior leche en polvo por valores anualmente oscilantes en alrededor de los 70 - 80 millones de dólares cuando este
indispensable alimento debía estar asequible a la población sin límites de edad.
El arroz, los frijoles, la grasa comestible, los derivados lácteos, los productos cárnicos, y otros, hoy obligatoriamente importados podrían producirse en el país o por lo menos reducirse de manera considerable las importaciones.
El estado en que se hallan las UBPC constituye un fiel reflejo de la situación por la que atraviesa la agricultura debido a la aplicación de un modelo estatista regido por un orden burocrático, bloqueador del considerable potencial productivo presente en las feraces tierras
cubanas dispuestas a ofrecer sus riquezas los doce meses del año.
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