CUBANET ...INDEPENDIENTE

27 de marzo, 2000



Un fantasma recorre Cuba

Lázaro Echemendía Martínez, Cuba Press

LA HABANA, marzo - Auguro que el título tiende a confundir -más de uno ha recorrido y hasta regido esta isla. Sin embargo, este último comienza a tornarse asolador. Personalmente lo conozco desde sus tiempos de bebé fantasma, cuando a la sazón cumplía yo mi servicio militar; recuerdo muy bien cómo allá, por los años 89 y 90, los firmísimos y heroicos soldados de la patria nos aliviábamos de aquella carga de epítetos tomando parkisonil, la píldora mágica con la que una guardia, fusil al hombro, terminaba convertida en un paseo al paraíso, que enternecía una estancia prolongada en la unidad y que ponía cuernos de diablo o convertía en avestruz al jefe. Un peso costaba la pastilla y a pesar de que siete era el salario mensual, inexplicablemente "la rosadita" -como cariñosamente se le conocía-, cual intrépito general nunca abandonó sus huestes.

Ya estudiando Medicina, y por fortuna con otra actitud al respecto, el "azar concurrente" me presentó a Adalberto, un marginal acaudalado con ínfulas de superhéroe. La prodigalidad de su boca me resintonizó con el asunto. El mismo había saltado de la más morbosa miseria a -según creía- la gloria, y no paraba de divinizar su triunfo. El hecho es que en apenas tres años el precio se había multiplicado por diez; los traficantes, convertidos en la quinta esencia del empresario, y las instituciones psiquiátricas asediadas cual bancos con preciadísimas arcas. Vinieron varias redadas y hace algunos años que Adalberto espera, solitario, por otros trece años.

Después conocí a Sandra, una actriz capitalina con más de una "jirita" al exterior y muchos amigos. A través de ella supe que si olfateaba en la farándula tendría, irremisiblemente, que estornudar.

En estos últimos tiempos, cuando el fantasma me mortifica, he sabido de la piedra, el camboleo, la popular hachís, el pitillo de mariguana a veinte pesos, la coca y los turistas, los rastreadores de pacas arrojadas al mar por traficantes perseguidos y el posterior traslado desde la costa norte de Las Villas a La Habana, la expulsión masiva de estudiantes "tocados" en la Universidad Central de Las Villas, el tráfico en Cienfuegos, el incipiente Cartel de La Habana, y dos preciosas gemelas que conocí una vez y que ahora, enganchadas, apenas reconozco.

Muestras todas de que el fantasma gana terreno, cofrades, prosélitos del culto a la evasión, al no existo. Hacer comulgantes no le es difícil, sus mejores aliados son fuertes: desesperanza, frustración y fracaso. Su presa favorita es tierna, suculentamente ingenua, seres que mastican la vida como a un chicle. El fantasma crece y todavía no aparece el exorcismo. Se persigue, reconozcámoslo, pero reprimir sin educar es vano. No se habla, para colmo de privilegios no se le menciona en las escuelas, no se le desenmascara, se le deja en la oscuridad y como digno fantasma lo prefiere, más aún, lo agradece. Lo hace misterioso y él sabe que el misterio atrae y hasta fascina.

Mas la familia cedió, regaló sus derechos al Estado y éste se encargó de crear hombres nuevos -versiones Soviet export film de Super Man- comunistas incorruptibles, revolucionarios sin tacha, inmunes -y he aquí a mi juicio lo más catastrófico- a su condición humana, al placer, a las tentaciones, seres que hasta el mismísimo Dios habría desistido de crear. Tamaña paradoja, cuarenta años creando Frankestenes rojos y ahora hablan de rescatar valores ¿humanizarlos, querrán decir?

De modo que la familia pero, ¿qué familia? Matrimonios paupérrimos, volátiles, suicidas, violentos. Hijos abandonados, descarriados, becados. La familia es, lo sostengo, una institución en quiebra.

Somos, nos hemos convertido en una nación de seres enajenados, evasivos, espiritualmente castrados. Una sociedad tumorizada donde la droga no esmás que una metástasis, sospecho que de las más temibles, acaso terminal. Una isla envilecida y acosada por el hambre, la prostitución, la violencia, los vicios, que parecerá Europa dentro de veinte años en cuanto a ancianos se refiere -tal vez en proporción la supera- y donde cada vez se van más y nacen menos.

Son por naturaleza los jóvenes la locomotora, el alma de la nación. Así pues, ¿hacia dónde vamos? Cuando las causas del fenómeno, los aliados de que antes hablé, lejos de flaquear se afianzan. Se gastan millones en una cruzada pueril y ni un centavo en decir "No a la droga", como es usual en cualquier parte del mundo. Pregonan que es Norteamérica el paraíso de la droga, y no advierten, no admiten, no reconocen, que el paraíso de los vicios, como el de cualquier otro fantasma, es, más allá de ideologías, el propio ser humano.



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