CUBANET ...INDEPENDIENTE

24 de marzo, 2000



Violencia, juventud y decadencia social

Héctor Maseda, Grupo de Trabajo Decoro

LA HABANA, marzo - La violencia es propia de las sociedades enajenadas. Cuba no es una excepción y sus orígenes deben buscarse en las condiciones sociopolíticas y económicas que ofrece como sociedad cerrada, sorda a los reclamos ciudadanos. Frente a tanta impotencia, el ciudadano canaliza su inconformidad haciendo catarsis pública por medio de la violencia. Los jóvenes, como en toda gesta humana, asumen el protagonismo.

Armonizar la actividad de una sociedad tan controvertida y variada, devino en una de las tareas más complejas que el hombre se vio obligado a enfrentar desde los tiempos en que optó por convivir en grandes comunidades. Su determinación lo llevó ante un nuevo reto: supeditar sus intereses individuales a los colectivos, con tal de obtener mayor fuerza y unión.

A partir de ahí y pasando por todos sus estadios históricos, el orden ciudadano, elemento estabilizador en los estados modernos, comenzó a basarse más en la obediencia y el temor a las sanciones que en la responsabilidad de los individuos para que con sus actos sirviesen como principios de una legislación general. De forma tal que se pueda mantener un orden con menos coacción. Así, como lo calificó Eberhard Phtsch, escritor alemán, la contradicción entre orden y libertad quedaría zanjada. La Libertad será el orden.

Actuar de este modo permitirá que los valores de libertad y responsabilidad compartida, autorrealización y participación ciudadana, autodecisión y tolerancia, igualdad ante la ley y de oportunidades, progreso social y bienestar individual, pluralismo en una variedad de opiniones e intereses y descentralización político-económica, defensa de la naturaleza y conservación del medio ambiente, puedan adquirir el alcance y profundidad que a diario reclaman.

Debemos admitir que lamentablemente en Cuba, como en la mayoría de las naciones, no han sido respetados -aunque sí proclamados- estos valores tan importantes para lograr la paz, estabilidad y tranquilidad ciudadanas. No se alcanzó durante la época republicana (1902-1958) y mucho menos en los últimos años de administración totalitaria de corte estalinista (1959 - ¿).

La etapa republicana se caracterizó por la corrupción desmedida de funcionarios públicos. Períodos oscuros en que campearon por sus respetos los grupos político-gangsteriles que apoyaban -o se oponían- al gobierno de turno, imponiendo la ley del más fuerte. Indiferencia absoluta ante los problemas fundamentales de la mayoría de los cubanos. Golpes de estado. Asesinatos políticos. Dictaduras militares. Terrorismo generalizado. Lucha armada contra el poder establecido para imponer por la fuerza otro peor. El dios mitológico Marte debió sentirse complacido en esta área geográfica.

En la etapa totalitaria ha primado el despojo violento y la intolerancia política. La violencia de un extremo contra la resistencia del otro. La implantación del terror de estado real y en la psiquis ciudadana. La demagogia como política de gobierno. La imposición de doctrinas ideológicas y socioeconómicas ajenas a nuestra idiosincrasia, historia, cultura y vínculos hemisféricos. Se adecuó el Poder Judicial para servir al Poder Político y no a la sociedad. Se propiciaron aventuras militares más allá de nuestras fronteras y comprometieron en las mismas a cientos de miles de nuestros ciudadanos. Se promulgó una Constitución que se autotitula representante de las mayorías, que al menos excluye los derechos e intereses de las minorías que disienten. Se califican como un gobierno de los trabajadores y, sin embargo, crea instituciones estatales que se apropian de un alto por ciento de los salarios de los cubanos contratados por empresas extranjeras acreditadas en Cuba. Proclaman a viva voz que la Universidad abre sus puertas no a todos los jóvenes cubanos, sino sólo para aquéllos que están identificados con el régimen. No garantizan a todo ciudadano que arriba a la edad de independizarse y constituir su familia una vivienda decorosa en un tiempo prudencial. No ofrecen salarios que se correspondan con el costo de la vida en el país.

Si a todo lo anterior le sumamos la ambición desmedida de poder absoluto y la pretendida vinculación de antiguas, pero extraordinarias figuras de nuestras gestas independentistas, con algunas responsables de la actual pesadilla en que vivimos, podremos tener una idea general de cuál es la verdadera naturaleza de la sociedad cubana de nuestros días.

Violencia, violencia y más violencia ha sido la principal enseñanza recogida en Cuba a lo largo del siglo XX y también de los anteriores. ¿Qué ejemplo podemos darle a nuestras nuevas generaciones?

Les enseñamos que no existen otras vías para canalizar sus inquietudes que no sea la confrontación. Nos repiten que lo fundamental es defender la revolución, pues con ella lo tendremos todo. Sin embargo, con la revolución no tenemos nada. ¿Qué sentido tienen sus vidas si en definitiva nunca tendrán oportunidad de empinarse? Los dirigentes políticos gritan y pronuncian frases apocalípticas anunciando la guerra, cuando en realidad la Humanidad busca la Paz. Tenemos una juventud que carece de lo más elemental y sus perspectivas de obtener algo son nulas. Ahí está fresca la historia de sus padres y abuelos. Cuarenta y un años de hacer mucho con la cabeza para que otros que no se esforzaron lo deshagan con los pies. Parece un juego de niños. Cuatro décadas de infinitas promesas que no conducen a la menor materialización. Todo se reduce a un puro formulismo.

Lo cierto es que nuestra juventud, tanto la que se ha marginado de toda actividad social en Cuba como la que aún conserva la doble moral y se protege con el manto de las instituciones juveniles políticas y sociales gubernamentales, ha llegado finalmente a la conclusión de que en su país no hay nada que hacer si las cosas siguen igual. Se impone una segunda conclusión: esperar la menor oportunidad para unir su futuro a cualquier sociedad más promisoria que la de Cuba.

¿Y mientras? Se divierten y esperan. Experimentan nuevas experiencias y aguardan, porque ya saben que su permanencia en la patria, más allá de lo imprescindible, es condenarse a una lenta pero inevitable muerte anunciada.

Es entonces que crean sus propias leyes y microsociedad de adolescentes como mecanismo de defensa. Buscan la válvula para pasar el tiempo de la mejor manera. Se marginan real y psíquicamente. Recurren a todo: unos ejercen la prostitución, otros trafican y/o consumen estupefacientes. Algunos delinquen. Los más se mantienen dentro de las apariencias, porque no desean que los demás conozcan su rebeldía ante el orden establecido. Todos aguardan en silencio hasta lograr la escapada. Muchos fingen lo que en realidad no sienten. En general, conocen que el futuro aquí no existe.

Sus mecanismos de respuesta pasan a ser el irrespeto a los mayores; no escuchan a nadie y ejercen la violencia como medio de comunicación, porque fue eso lo que se les enseñó.

Ejemplos existen por cientos. Veamos el primero. Madrugada del viernes 3 al sábado 4 de marzo. Parada de ómnibus de 5ta. Ave. y Calle 282, Santa Fe, municipio habanero de Playa. Un grupo de jóvenes que presumiblemente habían salido de las discotecas "Jorge Sánchez Villar" (antiguo El Alamar), "Rumbos" y "Disco-Mambo", todas en esa localidad, esperaban el rutero 420, línea Baracoa-Playa-Marianao. Al llegar el transporte los jóvenes suben y comienzan a discutir con otros pasajeros. Se inicia un altercado y termina en peleas. Por último, el ómnibus es conducido a la unidad policial de la calle 284 entre 1ra. y 5ta. Ave. de Santa Fe y más tarde a otra unidad del mismo cuerpo ubicada en el reparto Siboney, en este municipio. No se producen heridos. No hay que lamentar desgracias personales.

Segundo ejemplo. Madrugada siguiente. Esta vez todo se desarrolla en el pueblo de Baracoa, provincia Habana. En un ómnibus de la ruta 9, que extiende sus servicios de madrugada hasta aquella localidad, sus pasajeros se vieron envueltos en peleas por jóvenes provenientes de la discoteca local. La violencia los llevó a lanzar piedras contra el rutero. Rompieron uno o dos cristales, pero no hubo heridos.

Una de las fuentes consultadas señaló que la policía de Santa Fe ha cerrado en varias ocasiones la discoteca "El Alamar", por considerar que allí se concentran los jóvenes no sólo para oír música, bailar, tomarse unos tragos, degustar unos fiambres y divertirse, sino que es punto de cita para ejercer la prostitución, así como traficar y consumir estupefacientes.

Según la policía local, añadió la fuente, no poseen suficientes fuerzas para cubrir los actos públicos recreativos y con sus recursos actuales apenas pueden mantener la lucha contra el delito y garantizar la tranquilidad ciudadana.

Y el desorden público, ¿en qué categoría cae? Así, surge la interrogante: ¿Hacia dónde va el país? La sociedad cubana se está perdiendo en el torbellino de las insatisfacciones actuales. Muchos jóvenes cubanos -por sólo hablar de la nueva hornada- ven a su terruño como el trampolín salvador que les permitirá lanzarse fuera de sus fronteras, a la piscina de los valores que priman en las sociedades democráticas.

El futuro es incierto, por no llamarlo holocáustico. Sin el relevo generacional, nuestro país está irremediablemente perdido. Sus gobernantes lo saben. La Apocalipsis descrita en el Nuevo Testamento cobra vida en la Mayor de las Antillas. Todo es cuestión de tiempo.



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