Juan Gasparini . Ginebra . El Periódico. España. Marzo 20, 2000
Hoy comienza en Ginebra el debate anual sobre los derechos humanos
Un informe presentado a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU al que ha tenido acceso este diario condena los atentados contra la industria turística de Cuba. Enrique Bernales Ballesteros, relator de las Naciones Unidas sobre la utilización de mercenarios en el mundo,
define esos ataques como "una agresión concebida, planificada, preparada y financiada desde el exterior, que no contó con la ayuda, colaboración ni apoyo de persona alguna residente en Cuba". Hoy empieza en Ginebra la sesión que celebra cada año esta
comisión para analizar la situación de los derechos humanos en el mundo.
El relator de la ONU añade que esos ataques constituyen violaciones de la soberanía nacional de Cuba, lo cual significa una advertencia a Estados Unidos, desde cuyo territorio sectores del exilio cubano "reclutan, contratan y entrenan" a mercenarios, que luego van a la
isla para agredir a la economía cubana.
Bernales Ballesteros concluye así las indagaciones realizadas sobre el terreno durante el año 1999, visitando los hoteles, discotecas y restaurantes de La Habana y Varadero que fueron blanco de cargas explosivas, que en los tres años precedentes causaron importantes
destrozos materiales y la muerte del turista italiano Fabio di Celmo.
A cambio de dinero
Durante su investigación, el relator mantuvo entrevistas "privadas y sin testigos" con los mercenarios cubanos, guatemaltecos y salvadoreños detenidos en Cuba, autores confesos de la ola de atentados. Pudo saber que los mercenarios habían sido contactados por
alguna de las 300 organizaciones establecidas fuera de Cuba que luchan para derrocar al régimen de Fidel Castro, y que, a cambio de dinero, se comprometieron a poner bombas.
Los mercenarios entraban en Cuba con documentación falsa, por lo general costarricense, llevando los explosivos plásticos disimulados en las plantillas del calzado o en el interior de frascos de crema, de champú o de desodorante. Los detonadores eran enmascarados dentro de
aparatos de radio o en las cavidades de marcadores de textos sin líquido en el interior. |