CUBANET ...INDEPENDIENTE

20 de marzo, 2000



La hora de la candanga

Guillermo Alvarez R., Cuba Press

LA HABANA, marzo - A la hora que los ingleses toman el té, cuando las sombras de la tarde en muchas partes del mundo comienzan a caer y la mayoría de los niños en Cuba se disponen a ver sus tandas infantiles, se inicia la candanga aquí, bajo el sugestivo nombre de "tribuna abierta".

Aunque la palabra candanga es un cubanismo con el que se identifica al diablo, los habitantes de la Isla lo relacionan con impedimentos, problemas, obstáculos, dificultades, entre una larga lista que agrupa unos 50 sinónimos.

A Lucifer hasta los ateos le temen, pero todos intentan imponerse al martirio, las penas, el embargo, la complejidad contempladas en la amplia relación de vocablos de igual significado.

La candanga de la televisión cubana cumplió tres meses, a partir de la llegada a Miami del niño Elián González. Desde entonces, los más pequeño habitantes de los hogares no conocen de otro entretenimiento que no sean discursos, mensajes, lemas y consignas, que ni siquiera el propio Elián oye ni ve.

Pero no importa, el castigo está ahí, en los dos canales de la televisión cubana, en el horario de cinco a siete de la tarde, en vivo y posteriormente su transmisión diferida por la noche en el otrora canal 6, hoy Cubavisión.

Así, el que no quiere caldo está obligado a tomar dos tazas; a sentarse a la puerta a esperar que termine el tormento hitleriano, o acostarse a dormir con la calabacita infantil, ahora en la doble función de dejar caer sus estrellitas mágicas que provocan el sueño sobre niños y adultos a la vez.

Los escenarios para la realización de los encuentros han sido disímiles, como los oradores también. Pero los argumentos varían, aunque con palabras repetitivas hasta la saciedad en torno al "secuestro" de Elián.

Si se hiciera un concurso relacionado con ellas, la frase "Devuelvan a Elián" estaría sin dudas en el primer lugar, seguida de otras composiciones como "Mafia anticubana", "Ileana Ross, la loba feroz", "Nuestro niño" o "Nuestro pequeño príncipe", entre otras, pasando por miles de sustantivos dichos una y otra vez, que incluyen a los parientes del muchachito, como el tío-abuelo Lázaro González, más famoso hoy en el distrito que Búfalo Bill en todo el oeste americano.

Y junto con las tribunas abiertas, primero frente a la sección de intereses de los Estados Unidos en La Habana, luego en otras provincias; en el Palacio de las Convenciones y en estudios de la televisión cubana, están las imágenes desde la llegada de Elián a Miami tras el rescate en el mar, hasta las últimas que pueden verse hoy, casi siempre, o siempre, por cortesía de la CNN.

Y de entre las imágenes, las que más se destacan, por supuesto, son aquéllas en las que aparece el niño molesto, tal vez porque el perrito de la casa no acudió a su llamado, pero que los sabios cazadores de trastornos psicológicos atribuyen a su estado de contrariedad por cautiverio en el hogar donde no quiere estar; a una agresividad provocada por el secuestro, aunque Elián ría y corra por el jardín, tras arrebatarle de la cara los espejuelos al tío Delfín.

En el paroxismo de tanta actividad, se le ofrecen promesas al niño por su regreso, no religiosas, pero sí platónicas y hasta proselitistas, como si Elián en vez de un niño fuera un líder sectario.

Y hasta Walt Disney paga su cuota de castigo en la televisión cubana por haber triunfado en los Estados Unidos, y porque sus personajes son algunos de los juguetes de Elián. Y además, porque los parientes del niño lo llevaron a Disney World, donde el Pato Donald, Mikey y Pluto, entre otros, le ofrecieron un buen entretenimiento.

Mientras tanto, Juan Padrón domina el poco espacio (apenas media hora de muñequitos) que queda para los pequeños cubanos en la Isla, con su popular Elpidio Valdés, un coronel mambí, pillo y manigüero, que siempre se las ingenia para ridiculizar a los oficiales y soldados españoles.

Así, cuando el maniático Hassan Pérez, el actor del momento en Cuba, resume cada "tribuna abierta", tras una sarta de improperios sin sentido, la televisión cubana hace como si retomara la programación habitual.

Es entonces de noche, durante la reposición, cuando en muchos hogares se escucha esta frase: ¡Ñoooo.! ¿la misma candanga otra vez?



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