CUBANET ...INDEPENDIENTE

16 de marzo, 2000



La necesidad como delito

Guillermo Alvarez, Cuba Press

LA HABANA, marzo - Tener necesidad en ninguna parte del mundo es delito. Mejor dicho, en otras partes no: en Cuba sí, porque las penurias obligan a millones de cubanos a delinquir.

Acatar lo que impone la justicia implica ignorar la bolsa negra. Eso significa también llevar a la mesa lo adquirido de forma legal, que por supuesto es poco, o casi nada.

Lo contrario sería hacer el juego a los que roban, pero te resuelven los frijoles de los muchachos y algo más.

Pero las carencias no pueden mirarse con el prisma de cierto reportero de la prensa oficial que en un periódico provincial valoró el mercado subterráneo (ilícito) y la falta de control económico y la protección administrativa de los bienes del Estado de la siguiente manera:

"Y es que en plena calle y hasta nuestras puertas llega este termómetro a cielo abierto que mide la impunidad del robo, la tolerancia y la indolencia que asumimos y que muchos de nosotros ayudamos a consolidar con ingenua receptación y justificaciones consoladoras de primeras necesidades".

Que el llamado mercado negro marque generalmente el descontrol económico interno y el desamparo de las utilidades estatales, vale. Pero que "asumimos y ayudamos a consolidar...", como afirma en su comentario el colega de marras, no.

Porque entonces habría que decir como Jesús a los escribas y fariseos ante aquella mujer que querían apedrear por haber sido sorprendida en adulterio: "Aquél de ustedes que no tenga pecado que tire la primera piedra..."

¿Quién no delinque en Cuba hoy? Porque violar la ley no es sólo adquirir el litro de leche, la libra de café o de carne de res, el queso y los camarones, que resultan más baratos en la bolsa negra que en los comercios en divisas (dólares).

En Cuba hoy, puede afirmarse, reincidimos todos (en acciones delictuosas). Desde que le pagamos diez pesos a un taxista particular, porque la mayoría de los autos dedicados a este servicio adquieren la gasolina ilegalmente, hasta cuando le damos "generosamente" una propina a un despachador de ómnibus interprovinciales por un asiento, estamos infringiendo la ley.

De igual modo hacemos cuando abordamos un camión privado, de esos que mientras en la terminal se anuncia la cancelación de la salida de un tren por falta de combustible, no dejan de rodar como si recibieran su petróleo en tanqueros directos desde el Medio Oriente.

Todos contravenimos cuando le compramos las pizzas al que viene con su jaba escondida, porque la materia prima utilizada salió del almacén del Estado. Los que compramos la tacita de café, ausente sin embargo de la red gastronómica, el pan sin grasa, excedente de producción de la planificación diaria -sustraido- , pero menos costoso que el de cuatro o diez pesos.

Y por si fuera poco vulneramos lo establecido frente al jarro de papas, el azúcar blanca que este mes no vino en la cuota y hasta en los medicamentos imprescindibles que no existen en las farmacias.

No, mi amigo, la necesidad en Cuba sí es un delito, porque todos los necesitados hacen algo "mal hecho" para poder vivir.



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