Para techo, el cielo
Ernestina Rosell, Cuba Press
LA HABANA, marzo - La valla propagandística ha desaparecido. Anunciaba que millones de niños en el mundo duermen en las calles, pero ninguno es cubano.
Personas desconocedoras de la realidad de Cuba se preguntan si es cierto que todos los niños aquí tienen un techo donde vivir. Como no poseo pruebas contrarias respondo: sí. Y añado: pero hay que ver cómo son los techos.
La inmensa mayoría de las edificaciones del país no han recibido ningún tipo de mantenimiento o reparación durante décadas.
He aquí algunas consecuencias:
Tan sólo en la capital unas 60 mil viviendas son ya irreparables; serán demolidas.
Más de 7 mil 800 precisan el apuntalamiento, y de éstas, 4 mil están en estado crítico. Esperan por sumarse a las 75 mil ya apuntaladas. Esto quiere decir que el techo te puede aplastar en cualquier momento. Una muestra de ello son los 5 mil 381 derrumbes parciales o
totales ocurridos entre 1993 y 1996 en la ciudad.
Ochenta y ocho mil personas integrantes de 23 mil núcleos familiares tienen la anuencia de albergue o se encuentran albergados.
Quien pierde su vivienda a causa de un derrumbe o demolición sabe lo que implica el albergue estatal: el fin de la privacidad y el hogar para siempre. Sólo quienes no poseen otra alternativa lo aceptan.
Los barrios o puntos insalubres ascienden a 188 focos de 23 mil viviendas, y existen 72 mil cuartos en 7 mil 164 ciudadelas (o solares, como dice el pueblo). Así, el desaparecido Barrio de las Yaguas, cuya extinción se presenta como un logro gubernamental, resurge, se multiplica y
expande por toda la ciudad de La Habana, ahora.
Todos estos datos fueron publicados en el periódico Granma -órgano oficial del Partido Comunista de Cuba- el 13 de mayo de 1997, como argumentos de apoyo a la ley contra la emigración de las provincias hacia la capital. Desde entonces, la situación ha empeorado.
Viendo las cosas como son, casi es preferible dormir en una casa de campaña, un bohío o en el muro del Malecón, a plena luna y bajo las estrellas, pues no se caen, y regresar al nomadismo.
Hicieron bien en eliminar la valla propagandística.
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