Los avicultores produciendo para el pueblo
Carlos Castro Alvarez, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, marzo - No escapa el municipio habanero San Antonio de los Baños el proceso de "remozamiento y embellecimiento" de las ciudades, convocado por las autoridades del gobierno.
En el tramo de carretera que une a la ciudad de La Habana con el territorio ariguanabense se pueden apreciar las enormes vallas, carteles y anuncios construidos de hormigón, entre los que resalta uno, no sólo por su tamaño y colorido, sino por su texto lleno de ironía
y burla.
Frente a las oficinas de la dirección territorial del Combinado Avícola Nacional (CAN) se levantó un cartel en el que se puede leer: UNIDAD TERRITORIAL DEL CAN, PRODUCTORA DE HUEVOS Y CARNE. "LOS AVICULTORES PRODUCIENDO PARA EL PUEBLO".
Al leer dicho anuncio me surgen dos preguntas: ¿De qué producción hablan? ¿Para qué pueblo producen? Con un breve comentario le invito a reflexionar, y usted podrá decir si no es una colosal burla lo que en tan irónico cartel ponen como propaganda.
Hace varios meses, en diferentes lugares de la localidad, entre ellos el tan conocido Mercado Agropecuario (mercadito), se inició la venta "liberada" de subproductos de aves a un precio "módico": hígado, 25 pesos el kilogramo; pescuezo, diez pesos el
kilogramo; alas, veinte; patas cinco, y los huevos a un peso cada uno.
Con el fin de adquirir estos "preciados" productos, y conociendo las características de estas ventas liberadas-controladas, y por la experiencia cumulada durante 41 años, desde horas muy tempranas de la mañana se pudo apreciar una gran aglomeración de
personas, encabezada por los más ancianos de nuestras familias.
Mientras esperan la llegada del codiciado producto, se escuchan apetitosas recetas: paticas en salsa, asadas en cazuela, o aún mejor, sopa de patas. Otras personas se ocupan de preguntar si se mantienen los precios, por estar acostumbrados a que de pronto se eleven. Claro, bajar nunca,
eso afectaría la economía de la empresa.
Cuando al fin llega el camión, como se diría en lenguaje popular "se armó la gorda". No se puede precisar quién es el primero y quién el último. Los que logran llegar al mostrador y hacen su compra tienen que ingeniárselas luego para
salir del tumulto mientras escuchan a cada rato expresiones eufóricas: "¡Cuidado con los huevos!", "¡Suelta mis patas!"
Como es de esperar, una gran mayoría queda con las manos extendidas. Gran frustración y descontento al escuchar: "se acabó". Mientras, otras personas se alejan porque ya tienen algo con qué INVENTAR la comida, o resignados porque su nivel económico
les permite sólo adquirir un paquete de alas, patas o unos huevitos que en su mayoría son pequeños y deformados.
Cabe preguntar: La otra parte del pollo, ¿dónde está? ¿Cómo sería la cola o fila para comprar esas otras partes que seguro todos prefieren? La respuesta la encontramos en las vidrieras de las tiendas que venden sólo en moneda libremente convertible
(las "shoppings"), donde hermosas pechugas, muslos y contramuslos sonríen a la vista de cuantos pasan y no las pueden adquir4ir (entiéndase cubanos de ingresos regulares). O para deleitar el paladar de turistas (extranjeros) que disfrutan de las exquisitas cocinas de hoteles
y otros centros turísticos a donde sólo ellos tienen acceso.
Para no cansarles: ¿Es o no irónico el pintoresco cartel del territorio ariguanabense? Me atrevo a decir que ha sido hecho a propósito. ¿Por qué? Esta respuesta sólo la tienen aquéllos en cuyas manos están las decisiones económicas de
las que depende el bienestar de este pobre y ultrajado pueblo.
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