CUBANET ...INDEPENDIENTE

2 de marzo, 2000



La opción de Biscet

Tania Quintero, Cuba Press

LA HABANA, marzo - Oscar Elías Biscet es un mulato de piel clara, esbelto y bien parecido. Es médico graduado. Suficiente para conquistar a cualquier cubana, española, norteamericana o danesa.

No abundan en Cuba los dirigentes con ese biotipo. Ni con ese carácter. De hablar suave, siempre tiene una sonrisa a flor de labios. Las provocaciones no lo inmutan y a los insultos responde con argumentos.

Biscet pudo hacer lo que hoy hacen muchos profesionales en Cuba: tienen un matrimonio normal con una compatriota y "por fuera" relaciones sexuales con extranjeras. Además de dólares y cierta "buena vida", pueden "pescar" a alguna yuma, casarse y salir legalmente de Cuba. Y regresar cuando quieran, cargados de regalos para la esposa e hijos que aquí dejaron.

También pudo simular -como hacen muchos- y mantener la oratoria revolucionaria. Hacerse de un carné del partido e integrar brigadas de médicos internacionalistas. El aún no ha cumplido los 40 y tiempo tenía de sobra para aspirar, si así se lo hubiera propuesto, a un cargo de dirección dentro del Ministerio de Salud Pública.

Pero Oscar Elías se decidió por el camino de la disidencia. No por el que ya muchos en las últimas décadas habían labrado, sino por uno nuevo, distinto, acorde a su Maestro, Mahatma Ghandi, el peregrino de la no-violencia.

Una revolución sin armas; poner el grano de sal de la desobediencia civil; la emancipación de los intocables; huelgas, ayunos, movimientos de masas. Todo pacífico. Como en la India hizo Ghandi. Desde 1915 hasta el 30 de enero de 1948, cuando una bala le segó la vida.

Se puede estar o no de acuerdo con las ideas y propósitos de Biscet. Se pueden compartir o no sus métodos de lucha. Se pueden aprobar o no sus declaraciones y acciones. Pero hay que reconocer que después de los cuatro integrantes del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna (Marta Beatriz Roque, Vladimiro Roca, René Gómez Manzano y Félix Bonne, en prisión desde el 16 de julio de 1997), la Fundación Lawton del doctor Oscar Elías Biscet fue lo más sonado dentro de la oposición cubana.

En la larga temporada que a Biscet le aguarda en los "ashram" (lugares de retiro) criollos, ojalá pueda mantener el "bramasharva" (ascetismo) y la "satvagraba" (abrazo de la verdad), para que, como Ghandi, el "Mahatma" (gran alma) se mantenga. Porque ésa fue su opción. Y no la de la vida dulce y fácil.



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