CUBANET... INTERNACIONAL

Junio 30, 2000



Dos amenazas para las banderas de Fidel

Por Claudio A. Jacquelin. La Nación Line. 30.06.2000

Estados Unidos acaba de abrir un nuevo camino tras cuatro décadas de transitar por una sola ruta plagada de choques frontales con Cuba.

Así podrían graficarse las dos noticias que anteayer sacudieron a una buena parte del mundo, cuando la Corte Suprema de EE.UU. permitió el regreso a Cuba del pequeño Elián González y los dos principales partidos norteamericanos acordaron aliviar el embargo a la isla.

Pero tan fácil es afirmar que ambos gestos parecen inaugurar una nueva vía como difícil resulta aventurar quién llegará a mejor destino -o, simplemente, llegará- por esa carretera.

Es decir, ¿ganó Fidel Castro una nueva batalla contra su principal enemigo con el regreso de Elián a Cuba y con el proyecto de aliviar el embargo? ¿Es una muestra de debilidad de Estados Unidos?

Una visión lineal y de corto alcance seguramente nos haría caer en un rotundo y sonoro sí. Una mirada más profunda y más compleja, en cambio, permite hacernos dudar seriamente de que Castro pueda obtener un beneficio duradero de esta situación. Una situación que bien podría asemejarse a la obnubilante y fugaz luz de una bengala que termine estallándole en la cara.

Se sabe que no hay nada que una más a un pueblo, a una familia o a un grupo social adecuadamente liderado que una amenaza externa concreta, que un enemigo claramente identificable.

Pero el enemigo que mataba a los niños cubanos acaba de permitir el regreso a casa, y de la mano de su padre, al pequeño gran símbolo de la más reciente causa de movilización y cohesión de los isleños.El mismo enemigo que ahorcaba impiadosamente con el embargo acaba de mostrarse dispuesto a aflojar el lazo.

Así, Estados Unidos parece haber salido a desgajar las banderas que han permitido sostener a Fidel Castro, con más éxito que el terror y la opresión.

¿Qué cambió para que esta realidad se concretara? Simplemente la coincidencia de circunstancias, es decir, la simiente de cualquier cambio histórico.

Y en estas circunstancias emerge con claridad que nunca el poder de Estados Unidos estuvo menos amenazado y que ese país, desbordante de bonanza económica, tiene al presidente saliente con mayor legitimidad en más de medio siglo.

Paradójicamente, Bill Clinton ya no puede ni necesita esperar favores de su electorado, pero ese electorado le da un respaldo, como pocas veces tuvo un presidente, para cambiar el curso de la historia mientras se apresta a hacer las valijas para volver al llano.

Se trata de un paisaje casi ideal como para que la superpotencia se permita corregir el rumbo en la dirección que muchas de las mentes más lúcidas y los corazones más desapasionados de Estados Unidos señalaban desde hace tiempo.

Un camino que indicaba que el bloqueo no sólo no terminaría con Castro, sino que lo alimentaba, porque a Fidel, como en la máxima de Nietzsche, "lo que no lo mata, lo fortalece".

La razón de Estado

Es cierto que pocas cosas son más íntimas e improbables que las intenciones, por lo que conjeturar sobre lo que alguien pretendió lograr con una acción puede ser un acto de temeridad, sobre todo si el actor es un poder de una superpotencia. Pero no hacerlo impediría trazar hipótesis o pensar en forma estratégica.

Por eso, no parece un acto de audacia conjeturar que la razón de Estado primó por sobre cualquier otra razón en las dos decisiones que se tomaron anteayer en Estados Unidos, más allá de que en el caso de Elián se insista en que lo único que se privilegió fue el respeto a la ley.

Y que por esa razón de Estado se decidió permitir el regreso de Elián y dejar que se exporten medicamentos y alimentos a la isla.O, más sencillamente, que Estados Unidos decidió dejar de alimentar a Fidel con lo que más lo fortalece.

Visto en perspectiva, entonces, no debería negarse el carácter providencial que unos y otros le han adjudicado a Elián. Pero, seguramente, en un sentido muy diferente del que la mayoría preveía o quería.

Muchos podrán decir que el hijo pródigo ha vuelto a casa con comida y medicina bajo el brazo. Pocos podrán negar, asimismo, que su mochila también llega con una imagen diferente de Estados Unidos. Al menos, a eso parece haber apostado en su nuevo camino el país que gobierna Bill Clinton.

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