Homenaje y reflexión por el 4 de Julio
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, junio - El 4 de julio de 1776 las trece colonias de América proclaman su independencia de la Metrópoli británica.
Para Estados Unidos y Cuba, desde sus primeros años de existencia como naciones, el destino histórico ha querido que mantengan múltiples e inexorables vínculos. Incluso, aunque poco divulgado, se conoce que cubanos han dado su sangre generosa por Estados Unidos y
yanquis buenos la han vertido por Cuba en contiendas bélicas de uno y otro país.
Pero esa correlación fue rota abruptamente en 1959 con la toma del poder por los rebeldes de la Sierra Maestra.
A partir de ese momento apareció un foso más profundo aún que las aguas del Estrecho de la Florida, que separa a ambos pueblos: el foso de la intolerancia.
Intentos de venta o anexión de Cuba a Estados Unidos, Resolución Conjunta del Congreso, con aquello de "Cuba es por derecho y debe ser libre e independiente"; intervención militar; Tratado de París; Enmienda Platt; arrendamiento forzoso para la Base Naval de
Guantánamo; cañoneras. Cierto que insultos y puñales clavados al costado de la nación. Pero puñales pronto arrancados por la lucha cívica de su pueblo muchísimos años antes de la llegada del castrismo y que azuzan todavía
constantemente (como si se tratara de sucesos muy recientes), en su estrategia política contra Estados Unidos para mantener una constante atmósfera bélica y justificar la permanencia en el poder.
En cambio, hay completa amnesia para recordar que en octubre de 1955 Fidel Castro habló en el hotel Palms Garden de New York (en el país al que tanto hoy combate) para recaudar fondos para financiar su lucha contra Batista.
Por supuesto, en esta reflexión histórica hecha a grandes zancadas no es posible tampoco exculpar a sucesivos mandatarios de Estados Unidos, a quienes, escasos de visión política, o con visión equivocada, desprevenidos o faltos de voluntad, les corresponde una
alta cuota de responsabilidad (o de irresponsabilidad) en el diferendo Cuba-Estados Unidos.
Hasta 1959 existió en Cuba un deslumbramiento casi completo por la sociedad americana, de la que ocultaban sus verrugas. A partir de 1959, de esa misma sociedad sólo se muestran las verrugas. Incluso, muy ampliadas por la lupa de la intolerancia y falsedad.
Intolerancia que hasta el más insignificante hecho pone al desnudo. Así, el periódico Tribuna de La Habana publica cada mes las efemérides. Sin embargo, fecha tan relevante en la historia de la humanidad como es el nacimiento de los Estados Unidos de América
el 4 de julio de 1776, está excluida.
Si por cuarenta años de continuismo y por una u otra causa el penante pueblo cubano está atrapado en un atolladero de falta de libertades, democracia y progreso, y si no se vislumbra salida, es hora ya que busquemos otras vías, que establezcamos vínculos mucho más
estrechos y fructíferos de pueblo a pueblo. En definitiva es el quehacer de los pueblos lo que trasciende en la historia, más allá de sus gobernantes.
¡Ningún homenaje mejor, sencillo a la vez que profundo, podríamos ofrecer a la gran nación-crisol, paradigma de democracia y libertades ciudadanas, que es Estados Unidos, como darle pulimento a estas palabras lapidarias de Alexi de Tocqueville, un visitante francés
a Estados Unidos, escritas en 1840, que aún reflejan las características de la gran mayoría de los estadounidenses:
"Todos los estadounidenses tienen una fe invariable en la perfectibilidad del hombre; opinan que la difusión del conocimiento debe ser benéfica por necesidad y que las consecuencias de la ignorancia son fatales; consideran a la sociedad como un organismo en estado de
perfeccionamiento, a la humanidad como algo cambiante donde nada es o debe ser permanente, y admiten que lo que hoy parece ser bueno para ellos puede ser reemplazado por algo mejor mañana".
Por eso (deseo añadir yo) Estados Unidos es una nación siempre vital, abierta, progresista y joven.
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