CUBANET... INTERNACIONAL

Junio 29, 2000



Ya Elián era historia

Liz Balmaseda. Publicado el jueves, 29 de junio de 2000 en El Nuevo Herald

El país observaba el miércoles la reacción de los cubanoamericanos con respecto al regreso de Elián González a Cuba.

Imagino que esperaban protestas generalizadas, horror, el impacto de tener que encarar lo inesperado.

Pero para muchos de nosotros, el traslado del refugiado de 6 años de Washington a La Habana, no significó mucho más que cualquier vuelo nacional.

Después de todo, Elián ha estado viviendo en Cuba, en todo sentido, desde que los agentes federales allanaron el hogar de sus familiares en La Pequeña Habana el 22 de abril y se lo llevaron a punta de pistola. El niño y su padre, Juan Miguel González, han estado habitando en la jurisdicción absoluta del gobierno cubano.

Con la plena bendición del gobierno de Clinton, el régimen de Fidel Castro erigió virtualmente un poblado cubano en la capital norteamericana. Como sobre una costosa alfombra roja, arribó el desfile socialista procedente de Cárdenas, ciudad natal de Elián.

¿Recuerdan la casa especial ``de transición'' que Castro había preparado para Elián, para ``reintregrarlo'' a la vida revolucionaria? Ya hasta el propio gobierno de Castro dice que eso no es necesario.

Claro que no lo es. Toda la ``desprogramación'' tuvo lugar en Washington, en tiempo nuestro y a costa nuestra.

La versión popular de esos meses de los González en Washington describe a una familia desesperada por irse, porque su regreso a Cuba lo bloqueaban las maniobras legales de familiares y de exiliados influyentes de Miami.

Pero ¿qué era lo que estaba bloqueado? La transferencia física, las manifestaciones programadas por el régimen cubano, el abrazo personal de Castro. Fuera de eso, muy poco fue lo que no cambió. La educación de Elián como pionero comunista, con pañoleta y todo, transcurrió sin un solo obstáculo. Lo mismo pasó con las constantes visitas de los operativos del gobierno cubano y de una legión de personajes procastristas. Y otro tanto con la fácil comunicación y correspondencia entre el padre de Elián y Fidel Castro.

No importa cuántas peticiones se presentaron en las cortes federales, ni cuántos intentos se hicieron de conseguirle al niño la audiencia de asilo a la que debe tener derecho cualquier niño refugiado. Ninguno de esos esfuerzos creó el espacio libre y neutral que el gobierno de EU sugirió que el niño podría tener para solazarse con su familia.

Más aún, nada de lo ocurrido convenció a las cortes de que debía haber una audiencia de asilo para Elián. Nunca sabremos qué mérito legal puede haber existido: no hubo audiencia de asilo.

Pero lo que hemos visto es muy revelador. El caso González no sólo confirmó la falta de respeto de este gobierno por los derechos de los refugiados, sino que también nos dio un avance de Cuba después del embargo.

Irónicamente, fue este trágico episodio de refugio lo que forjó un poderoso enlace entre gobiernos supuestamente enemigos. Dentro del marco de esa confabulación, se limaron ciertas asperezas. Washington no habló de los abusos de los derechos humanos en Cuba, de la participación obsesiva de Castro en el caso del niño, ni siquiera de por qué ciertas personas, como la fallecida madre de Elián, huyen de Cuba.

El gobierno de EU no obligó a Juan Miguel González a viajar a Miami para recoger a su hijo de una manera civilizada, sino que hizo pasar al niño por un momento de terror, con la aprobación del padre y del gobierno cubano. Según sus propios cálculos, el Departamento de Justicia invirtió $1.8 millones para llevarse a Elián y mantenerlo lejos de Miami.

Para muchos de nosotros, la esperanza de que Elián, como símbolo de todo niño refugiado, tuviera su audiencia judicial, murió el 22 de abril.

Para muchos de nosotros, este caso no se trataba de si el niño debía reunirse con su padre o no. Pero en el simplificado idioma de la televisión, los cubanoamericanos de Miami quedaron como carceleros con un niño como rehén, tratando de impedir que el pequeño regresara junto a su padre.

Las simplificaciones pasaron por alto nuestras preocupaciones, nuestra historia, nuestros relatos de experiencias vividas, nuestra verdadera perspectiva. Perdido en esas simplificaciones quedó incluso nuestro proverbial amor por la familia.

En Washington, Gregory Craig, el abogado de Juan Miguel González, descartó a los que cuidaron de Elián en Miami, llamándoles ``parientes lejanos''. En el Miami cubano por lo general, no muchos parientes son lejanos.

Pero al final, nada de eso importó. Los que no entienden las complejidades de Cuba y sus refugiados nunca entenderán la preocupación de esta comunidad por Elián. Simplemente creerán que la lucha de un padre finalmente concluyó, aunque esa lucha acabó hace ya mucho tiempo. Y señalarán, absolutamente sin ironía, que Fidel Castro prometió no hacer desfiles de bienvenida.

© El Nuevo Herald

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