Consejo Nacional de la UNEAC, para los mismos males
LA HABANA, 28 de junio (Tania Díaz Castro) - Concluyó el pasado 11 de junio otra reunión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en el Palacio de las Convenciones de la capital cubana, con la presencia del señor Fidel Castro.
A los que peinamos sólo canas y asistimos (lamentablemente) a cientos de reuniones de ese tipo, no nos sorprende que una vez más se hagan en ellas los mismos planteamientos sobre los mismos males, que incluso aparezcan en la prensa cubana, puesto que jamás se han resuelto a
lo largo de 41 años de gobierno castrista.
Es usual que se reconozcan las razones por las cuales existe un gran escepticismo entre los creadores, porque durante largos años se ha visto cómo los organismos de la cultura y el arte adolecen de las mismas deficiencias, justo desde su fundación, hace casi cuarenta años.
Como viene haciéndose desde el año 1980, volvió a tratarse sobre la necesidad de una forma aceptable de pago con relación a los derechos de autor, sobre todo de la radio y la televisión y la importancia de tener en cuenta para su programación las obras
de los escritores más editados en el presente cubano, algo que no se hace.
Se habló de nuevo acerca de la lamentable ausencia de críticos de arte y literatura en los medios de difusión, pero no se mencionó para nada cómo mucho de éstos prefirieron marchar al exilio, como por ejemplo Belkis Cuza Malé, Heberto Padilla,
Reinaldo Arenas, Guillermo Cabrera Infante, Armando Alvarez Bravo, Orlando Alomá, Emilio Ichikawa (recientemente) y tantos otros.
Las propuestas formuladas en dicho Consejo Nacional para subvertir las estructuras de la televisión jamás podrán realizarse, puesto que lo fundamental para un régimen totalitario no es el talento en sí, sino la reconocida servilidad del creador ante el único
discurso oficial.
Tampoco podría diversificarse la programación televisiva, según propuestas de los más crédulos intelectuales, ya que esa pequeña pantalla sólo refleja el torbellino y la vorágine trágica y política de un régimen cuyo único
protagonista es el propio jefe de Estado.
Denunciaron además las deplorables condiciones en que se encuentran los teatros de capitales de provincias, sobre todo el Teatro Principal de Ciego de Avila y el de Holguín.
Con esta reunión nacional pretenden sus participantes que impere el talento en los medios culturales, hacer desaparecer el burocratismo y la incoherencia, todo lo que, dígase o no en esa reunión de incondicionales hasta ahora, es inherente al sistema, parte de nuestro estilo
de trabajo y de nuestro modo de vida.
Al parecer, los colegas desconocen una vieja ley cubana que permite expulsar a todo aquel que no sea políticamente confiable, tenga talento o no, una ley que además de estar en estrecha relación con el sistema totalitario, ha generado la fuga de un sinnúmero de
intelectuales que gozan de gran prestigio en el exilio, hacia donde fueron en busca de libertad porque, sin libertad, no hay cultura posible.
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