Thad W. Allen. Publicado el miércoles, 28 de junio de 2000 en El Nuevo Herald .
Estoy de acuerdo con las opiniones expresadas en El Nuevo Herald de que la mayoría de los inmigrantes cubanos no son personas violentas (En Privado, 31 de mayo, y Perspectiva, 17 de junio). En los últimos 10 años, los hombres y mujeres del Servicio Guardacostas han rescatado
o interceptado más de 50,000 cubanos que trataban de emigrar, sin incidentes. Pero discrepo de aquéllos que sugieren que el comportamiento violento de grupos de recientes inmigrantes debe obviarse o justificarse. Hay que establecer tres puntos en respuesta a esos artículos: el
comportamiento de los inmigrantes, el uso de videocintas y mis órdenes a los oficiales del Servicio Guardacostas.
Primero comportamiento y responsabilidad. Esos artículos intentan justificar, y por ende restarle importancia a la amenaza que algunos inmigrantes representaban para los agentes de la ley durante una interceptación realizada el 24 de mayo al sur de Cayo Hueso. En Privado sostiene
que los artículos que utilizaron los cubanos para atacar a los oficiales del Servicio Guardacostas son objetos que se llevan de rutina en travesías marítimas. Tal vez algunos de los objetos que usaron son corrientes, pero cuando se usan para agredir a agentes de la ley dejan de
ser implementos pasivos para convertirse en armas, y los que las empuñan se convierten en peligrosos. Ese editorial no menciona, en su lista de ``pequeños'' objetos, un machete, un arpón de ocho pies y varios palos largos con los que los inmigrantes golpearon a los oficiales
cuando éstos trataban de hacer cumplir la ley de Estados Unidos. Tampoco menciona dos bolsas de piedras que los inmigrantes traían consigo. En mis 23 años de marino, nunca he encontrado un fin legítimo en el mar para piedras del tamaño de bolas de béisbol.
El artículo de Perspectiva, escrito por José Basulto, de Hermanos al Rescate, afirma que la falta de testigos independientes ``merma la credibilidad de las alegaciones de violencia'' durante la interceptación. La cinta filmada del incidente, al igual que una cinta de otra
confrontación el 5 de junio, muestra claramente la violencia que las tripulaciones del Servicio Guardacostas confrontan al ejecutar la ley. En ambos casos, los agentes del servicio fueron objeto de ataques al tratar de cumplir con su deber. Los inmigrantes pusieron a riesgo su propia
seguridad, lo mismo que la de los oficiales, al resistirse a ser legalmente detenidos.
Dudo que ningún ciudadano responsable trataría de restar importancia a ataques similares contra agentes de la policía de Miami. El respeto a la ley y el mero civismo causarían indignación si alguien atacara a un policía con un machete, piedras, palos o
antorchas cuando éste tratara de hacer valer la ley.
Dichos artículos también especulan sobre los motivos de los inmigrantes para usar la violencia. Para un agente de la ley que tiene que bregar con realidades, conjeturar por qué cualquier inmigrante opta por la violencia es fútil. El motivo no altera la situación
de los agentes que sirven a este país en el mar, no importa cuál sea el origen. Los machetes y las piedras hieren y hacen sangrar de todos modos. Ellos tienen que seguir ejecutando las leyes y manteniendo la seguridad. Que alguien que cometa un delito piense que tiene buenas razones
para ello no lo convierte en una acción aceptable, y no justifica atacar a agentes de la ley.
Segundo: En respuesta a las preguntas: ``¿quién ordenó que las filmaciones de los dos incidentes recientes se hicieran públicas, y por qué?''
Yo personalmente lo ordené. El editorial de En Privado implica que la intención del Servicio Guardacostas es mancillar la imagen de los balseros, y el señor Basulto implica que los videoclips se dieron a la publicidad en connivencia ``con la administración''. Esos
videoclips se dieron a la publicidad por mi autoridad como comandante del Servicio Guardacostas cuyo personal participó en esas operaciones. El Servicio Guardacostas entrega videograbaciones de sus operaciones a los medios de noticias en forma rutinaria, para informar y educar al público
sobre todas sus operaciones. En los pasados 12 meses, mi oficina solamente ha dado videograbaciones a la publicidad en más de 17 ocasiones, incluyendo cuatro de interceptaciones de inmigrantes ilegales. Los de los dos casos en cuestión son extraordinarios, no porque se hicieron públicos,
sino porque son ejemplos de la agresión a la que recurren algunos (no todos) los inmigrantes que tratan de llegar a este país. Como estamos comprometidos a realizar nuestras operaciones de manera abierta al público, seguiremos dando a la publicidad grabaciones de
interceptaciones en el futuro.
Me perturba el número cada vez mayor de inmigrantes que recurren a la violencia contra oficiales o contra sí mismos en sus esfuerzos por entrar a este país ilegalmente. Los inmigrantes que amenazan con violencia o atacan a los oficiales en el mar crean un gran riesgo para
los oficiales y otras personas presentes. Esa clase de ataques no va a mejorar sus oportunidades de entrar al país, pero pueden resultar en que alguien salga seriamente lesionado.
Finalmente, en un discurso reciente en la Cámara de Comercio del Gran Miami, hice el siguiente pronunciamiento, que ha sido, y sigue siendo, mi criterio para los agentes guardacostas del Séptimo Distrito. Ejecutar las leyes de inmigración posiblemente sea la tarea más
difícil que el Servicio Guardacostas desempeña en el sur de la Florida. Es un deber emotivo y desgarrador que obliga a nuestros jóvenes diariamente a realizar sus responsabilidades con el mantenimiento de la ley, la dignidad, y por sobre todo, la seguridad humanas. Es duro, y
todos los casos son angustiosos. Pero vamos a cumplir nuestro deber, y mi promesa a la comunidad es que lo haremos de manera profesional, a la luz del sol y a la vista de la comunidad a la que servimos.
Contralmirante, Servicio Guardacostas, comandante del Séptimo Distrito de la Guardia Costera de Estados Unidos.
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