Sobre el tapete, el irrespeto al consumidor
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, junio - En el sector del comercio, la gastronomía y los servicios fueron efectuadas 556 mil inspecciones por el Ministerio de Comercio Interior, a resultas de las cuales se detectaron 1,7 millones de irregularidades que afectan al consumidor, es decir al cubano común y
corriente.
Multas por alrededor de 2 millones de pesos y 65 mil 700 dólares tratan de atajar la escandalosa situación de atracos y maltratos al cliente, que somos todos. O casi todos.
Que cadenas de Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD) como las Panamericanas y TRD Caribe, dispongan ya, a casi 40 años, de un sistema estructurado de protección al consumidor es estimulante y merece aprecio. A pesar que la institución regente, CUBALSE, en una reunión
de análisis de la labor del pasado año reconoció el escaso progreso en ese propósito, que no podrá avanzar mucho por los varios problemas que lo frenan, cuyo lento decursar lo paga el cliente.
En materia de protección al consumidor, o más exacto: de no protección al consumidor, sobresalen:
Los dependientes apenas atienden ni contestan las preguntas al potencial cliente. O lo tratan con desgano, o se molestan con facilidad.
Se "equivocan" muy frecuente en el vuelto de dinero. Siempre a su favor.
Alteran los precios, lo que a veces queda encubierto en que el consumidor no conoce un precio estable, único, porque Comercio Interior fija precios diferentes, generalmente altos a una misma mercancía que incluso se expende en tiendas colindantes.
Otra variante de estafa al consumidor son las "multas". Criollo neologismo de estos tiempos. Consiste en adulterar la cuenta añadiéndole productos o servicios no consumidos, o con precios excesivos.
Es irritante el tiempo escasísimo (apenas días o acaso hasta un mes) dado de garantía a los artículos. Sobre todo, a los electrodomésticos, que por mala calidad, defecto de fabricación, no estar tropicalizados o faltos de instrucción para el uso,
con frecuencia se rompen. Otro calvario será los trámites a realizar para la reparación, o devolución, dentro del período de garantía.
No existe real gestión de venta. Si en otros países cortejos, sonrisas, amabilidades y "ganchos" publicitarios engrapan al cliente, en el nuestro el vendedor ve al cliente como un intruso que ha llegado a la tienda para fastidiarle el tiempo de sus banales charlas con
los otros dependientes.
Parece inaudito, pero es casi ley que los vendedores, aunque lo quisieran, no pueden ofrecer al cliente siquiera elemental explicación sobre las especificidades técnicas del artículo de interés porque sencillamente, la desconocen. No han sido adiestrados. O hay
demasiada economía de palabras por parte del vendedor.
A no ser en las mayores tiendas si no se reclama el sobre de nylon para echar las compras, no lo dan. Porque, muy simple: se ha creado todo un mercado "paralelo" con esas jabas. A ocultas, los dependientes venden las pacas a revendedores y éstos la expenden por lo general a
dos por un peso (0.05 USD), a las puertas de mercados y tiendas, donde tienen mucha demanda. ¿Razón? Hace decenas de años que de los comercios y bodegas "desaparecieron" los cartuchos y papel de envoltorio que desde los lejanos tiempos de la Colonia eran parte
inexcusable en todo establecimiento.
A la vez se da otro fenómeno curioso. El gobierno hace la "guerra comercial" a esos proveedores ilícitos de sobres de nylon. En ocasiones son perseguidos por la policía, en tanto, Comercio Interior las oferta a cuatro por un peso, con lo que se crea un círculo
vicioso de gastos e incomodidades para el cliente mientras el dependiente que sustrae las pacas, ve aumentado su escaso salario con unos pesos extras.
Algo muy irritante es que en muchos expendios del Estado con la mayor naturalidad del mundo dicen lo que ya es un cliché:
"Te 'debo' tanto. No tenemos vuelto". Claro, ese te debo habrá que inscribirlo en las calendas griegas.
Las cartas están sobre la mesa. Expuestas en la prensa oficial. Se instruye a la población para que aprenda a reclamar sus derechos. El gobierno dice tener un plan en marcha para subvertir la situación. ¡Ya es otra cosa!
"Sería iluso pensar que tantos años de irregularidades pueda desaparecer de un plumazo", expresó una periodista gubernamental.
Estamos de pleno acuerdo, aunque consideramos que el asunto tiene raíces mucho más profundas que ponen en cuestionamiento todo el andamiaje político y social del país.
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