Durante tres días, el Ballet Nacional de Cuba estará en el Teatro Teresa Carreño para llevar a la escena uno de los símbolos fundamentales del ballet universal
Carlos Paolillo. El Nacional, Venezuela. Martes 27 de junio de 2000
Giselle ha sido un ballet estrechamente vinculado a la tradición cultural cubana
La versión realizada por Alicia Alonso de Giselle, para el Ballet Nacional de Cuba, llega a Caracas para presentarse en la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, el viernes 30 de junio, el sábado 1 y el domingo 2 de julio. Contará con las actuaciones de las
primeras bailarinas Lorna Feijóo (30 de junio), Galina Alvarez (1 de julio) y Alihaydée Carreño (2 de julio) en el rol protagónico, mientras que el personaje de Albrecht, duque de Silesia será encarnado por Osmay Molina (30 de junio y 2 de julio) y Víctor
Gilí (1 de julio).
A casi 160 años de su estreno en París, Giselle continúa representando un símbolo fundamental del ballet universal. No hay imagen más cercana al ideal de la bailarina ingrávida y sobrenatural que aquella de la joven campesina vestida de tul blanco,
convertida en un sobrecogedor espectro víctima de un engaño amoroso.
Giselle constituye el máximo aporte de la danza teatral al movimiento estético del Romanticismo, que legó obras de trascendencia universal en la literatura y la música. Icono imperecedero y reto descomunal para las más célebres bailarinas de la historia,
desde su primera protagonista, la muy joven intérprete italiana Carlota Grisi, célebre ballerina de la Opera de París entre 1841 y 1849, en quien los estudiosos de ese momento artístico hallaron una fusión casi perfecta de las características esenciales de
Marie Taglioni y Fanny Essler, las dos bailarinas románticas por excelencia y grandes rivales.
A partir de su estreno, el 28 de junio de 1841, la obra original de Jean Coralli, con música de Adolphe Adam y los aportes coreográficos de Jules Perot y concebida a partir de la leyenda tradicional germánica recopilada por Enrique Heine, adaptada como libreto teatral por Teófilo
Gautier, Giselle se convirtió en el gran paradigma y el más claro emblema de un estilo de baile de exigencias.
Lucile Graham, Fanny Cerrito y Fanny Essler, además de Grisi, durante la era romántica y Anna Pavlova, Tamara Karsavina, Olga Spessivtzeva, Galina Ulanova, Margot Fonteyn, Yvette Chauviré , Carla Fracci y Natalia Makarova, entre muchas otras, a lo largo de todo el siglo XX,
han asumido el dramatismo y el lirismo de Giselle dentro de los particulares postulados de las célebres escuelas rusa-soviética, francesa, inglesa y norteamericana.
Otra Giselle de excepción se encuentra en Alicia Alonso. Tanto en el contexto latinoamericano como en el ámbito mundial, esta obra determinó la definitiva proyección internacional de la mítica bailarina Cubana. Su famosa sustitución de Markova, la célebre
bailarina británica, durante una temporada de 1943 en el Metropolitan Opera House de Nueva York, junto con los también legendarios Anton Dolin (Albrecht) y Nora Kaye (Myrtha), la reveló como una intérprete llamada a hacer historia en la ejecución de este personaje
pleno de dualidades emocionales y considerables demandas técnicas y estilísticas. A partir de ese momento la Giselle de Alonso ha sido referencial a lo largo de 50 años de representaciones continuas. Su influencia ha quedado también plasmada dentro de la llamada Escuela
Cubana de Ballet, ya de amplia propagación por el mundo.
Giselle ha sido un ballet estrechamente vinculado a la tradición cultural Cubana casi desde el mismo momento de su estreno: en 1849 fue presentado por primera vez en La Habana en el escenario del Teatro Tacón. La versión de Alicia Alonso, estrenada por el Ballet de la
Sociedad Pro Arte Musical en 1945 e incorporada años después al Ballet Nacional de Cuba, traspasó ampliamente las fronteras locales, llegando a ser representada en la Opera de París, la Opera de Viena, el Teatro San Carlos de Nápoles, el Teatro Colón de
Buenos Aires y la Compañía Nacional de México.
Con motivo del cincuentenario de la primera representación de Giselle por parte de Alicia Alonso, ella expresó: "Con frecuencia me preguntan cuál es mi ballet preferido y muchos esperan que sea Giselle en primer lugar. Contesto generalmente que me gustan todos los
papeles que interpreto, pues cada uno me ofrece algo distinto, como un asomarse a otro universo, a una nueva dimensión. No obstante, debo admitir que Giselle ha sido una obra muy especial dentro de mi carrera, pues momentos significativos para mi vida, en lo artístico y en lo personal,
han estado vinculados a este ballet. Giselle puede ser simple e ingenua o algo más lírica. Puede ser vivaz o un poco más lánguida. Es posible que la tragedia llegue a ella de sorpresa o que toda su imagen esté dada desde un inicio, llena de sutiles premoniciones".
La versión de Giselle, creada por Alicia Alonso y presentada por el Ballet Nacional de Cuba, fue vista de manera integral en 1983 en el Teatro Municipal de Caracas. Hace 17 años que la simbólica compañía Cubana faltaba de los escenarios venezolanos. Tres jóvenes
bailarinas pertenecientes a las más recientes promociones de intérpretes surgidas de la Escuela Nacional de Ballet de La Habana se alternarán en la ejecución del demandante rol. Serán interpretaciones distintas del complejo personaje. La impronta de Alicia Alonso,
sin embargo, seguramente las acompañará.
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