Inspectores al acecho
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, junio - Ser cuentapropista en Cuba no es fácil. Cuando al inicio de la década de los noventa el Estado anunció que cualquiera podía poner un negocio, muchos cubanos vieron los cielos abiertos. Después de casi 35 años de una férrea
centralización económica, la iniciativa privada empezaría a desarrollarse. Pero, ¿qué está pasando actualmente con este sector de la sociedad? Como bien dice Ramón, el dueño de la paladar La Esperanza: "No nos dejan prosperar".
El continuo control por parte de los inspectores estatales va tomando el nivel de lo ridículo. Hace varios días cuando me disponía a comerme un pan con croqueta en una pequeña paladar de la calle Ayestarán, cerca de la terminal de ómnibus habanera, la
vendedora se puso pálida. Al darle un dólar me dijo que lo escondiera. Cuando le pregunté qué pasaba, me respondió: "La semana pasada, por aceptar 10 centavos en divisa, un inspector me puso 500 pesos de multa". Ella me apretó la mano, cogió
el dólar y miró hacia la esquina para cerciorarse que nadie nos veía, y enseguida me dio el cambio.
Otro, un joven chofer de un bicitaxi de una delgadez extrema, me comentó: "La licencia para alquilarle a los extranjeros sólo se puede sacar una vez; cuando se vence y te agarran con un turista te ponen mil 200 pesos de multa". A los choferes de bicitaxi les conviene más
alquilarle a extranjeros que a los nacionales ya que por pequeños tramos pueden cobrar más de un dólar.
El del bicitaxi agregó: "El Estado no extiende más licencias para alquilarle a los nacionales y mucho menos a los turistas".
Todo parece indicar que dentro de poco no habrá bicitaxis en La Habana. El objetivo de desviar a los turistas hacia los taxis estatales le cierra los caminos a esos choferes. Esto se debe, según un trabajador del sector, a la baja afluencia de visitantes extranjeros por estos
meses. A los choferes de ómnibus para el turismo los han puesto a manejar taxis.
Sin dudas, el Estado cubano en su afán de controlarlo todo perjudica al pueblo. La "apertura económica" que, obligado por las circunstancias, realizó cuando se recrudeció el período especial, ya beneficia cada vez menos. Mientras aumentan las
posibilidades y el estímulo a la inversión extranjera, a los ciudadanos que lograron despegar su iniciativa se les asfixia económicamente. Una vez más se demuestra que a las autoridades no les interesa la prosperidad económica de la nación, que tiene un
gran potencial en la iniciativa individual de los cubanos.
A este ritmo: ¿qué será de los cuentapropistas?
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