Venga la esperanza
Osvaldo Alfonso Valdés, Partido Liberal Democrático de Cuba
LA HABANA, junio - A la juventud cubana no le interesa la política por más que el régimen se empeñe en demostrar lo contrario. A pesar de las estampas de jóvenes elocuentes, con fervor y encendida arenga revolucionaria, la gran mayoría nada tiene que
ver con esa imagen. Esto tiene una causa muy evidente. En Cuba, política es sinónimo de revolución, fidelismo, antimperialismo y socialismo. Nada de eso alimenta las esperanzas de quienes con veinte años tratan de hacerse de un proyecto de vida.
Ante el aplastante fracaso de la revolución fidelista-socialista, el gobierno acude a las pasiones, y alimentar el antimperialismo es el proyecto inmediato. No otra cosa se persigue tomando como pretexto la supuesta lucha por liberar a Elián. Mas las plazas y las tribunas hace ya
mucho tiempo que dejaron de ser sitios donde los cubanos expresan lo que sienten. Son lugares de actuar.
Casi con certeza pudiera afirmarse que los nuestros son los jóvenes menos antimperialistas de América. A ello, paradójicamente, ha contribuido el propio sistema. Se ha enseñado que imperialista es todo lo que provenga del Norte, además de la invasión
que nunca llegará. Y es precisamente de allá de donde llega lo que más gusta a la juventud cubana: los jeans, pulóveres, tenis, videos, y toda aquella prensa que lleve el sello "Made in USA". Ese es el país a donde gran parte quiere emigrar para
realizar el sueño de su vida. En Cuba a los del Norte se les grita "yanquis" en las plazas, pero en la íntima conversación se les dice "los yumas", con un tono de intuitiva simpatía. Y qué decir por la afición al dólar, la moneda
yanqui con la que ahora se pretende construir el socialismo.
Hay también mucho que lamentar por la apatía de los jóvenes hacia la política. Es una juventud que simula, se evade, se automargina o delinque. Cada vez se compromete menos con el sistema, pero tampoco hace nada en contra, sabiéndolo nefasto y sin futuro.
Una sociedad ineficiente, incoherente y sin valores auténticos, ha dado este hombre nuevo. Un hombre puesto a escoger entre vivir como no piensa o condenarse a ser un paria que arriesga su vida y su precaria libertad.
Esta generación de cubanos educados en el absurdo y la abulia será otra mala herencia que dejará el totalitarismo. Pero no hay alternativas. Parafraseando a Silvio Rodríguez decimos que ésos serán los viejos bueyes con los que tendremos que arar el
futuro. De cualquier manera, venga la esperanza.
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