Comprometidos con la esperanza
Rev. Pedro Crespo Jímenez, Grupo Decoro
LA HABANA, junio - De cara al tercer milenio de la era cristiana, Cuba enfrenta hoy una crisis irreversible en todos los ámbitos de su vida nacional, no obstante que la propaganda oficialista pretende decir lo contrario.
Revelación de esta crisis lo es la apremiante pobreza material y moral que ha desatado una angustia existencial creciente que ha conducido por un lado a una emigración imparable y, por el otro, a un exilio interior enajenante.
Esta situación de pobreza ha provocado desigualdades injustas que no concuerdan con el ideal de justicia social. Se ha abierto en Cuba una brecha entre los que tienen y pueden y los que nada tienen.
Los contrastes son grandes entre los privilegios que goza la nomenclatura y los que tienen acceso al dólar, y los que no reciben ni un solo dólar de los más de 800 millones que el exilio de Miami envía cada año a la isla. Para ese cubano de a pie, que vive con
su familia del dinero nacional, sin acceso a las tiendas de divisas, esta realidad es asfixiante.
La situación de Cuba no puede reducirse sólo a un problema económico o de justicia distributiva. Más al fondo del problema se encuentran las limitaciones de las libertades fundamentales que son las causas de todo lo demás.
La despersonalización y el desaliento son la razón fundamental por la que muchos cubanos han hecho dejación de sus libertades y no asumen el protagonismo que les corresponde.
La Iglesia de Cuba, comprometida con la esperanza y fiel a su misión apostólica, acompaña al pueblo en su lucha diaria por la vida, siendo luz en estos cuarenta y un años de oscuridad. Ella es la voz de los que no tienen voz, y sostén de los que tienen hambre
y sed de justicia. La Iglesia se une al reclamo de los que piden ¡libertad para los presos de conciencia y respeto a los derechos humanos!
Al llevar a cabo su misión, la Iglesia propone una justicia nueva, la justicia del reino de Dios (Mt. 6.33). La buena noticia de Jesús va acompañada de un anuncio de libertad, apoyada por el sólido fundamento de la verdad. "Conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres".
Para Cuba ya es hora de abrirse con sus magníficas condiciones y con el caudal humano de sus hijos e hijas hacia una transición pacífica a la democracia, recorriendo los nuevos caminos que exigen los tiempos de renovación que vivimos al acercarse el tercer milenio de
la era cristiana.
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