EDITORIAL / Clarín digital. Lunes 26 de junio de 2000
Ya pocos se atreven a discutir la necesidad de terminar con el embargo económico y comercial impuesto por los Estados Unidos a Cuba hace casi cuatro décadas. Se trata de un resabio de los tiempos en que imperó la lógica de la confrontación Este-Oeste y se
observaba con preocupación el viraje de la Revolución Cubana y el establecimiento de un enclave de la Unión Soviética en la isla caribeña frente a las costas estadounidenses.
Tras el fin de la Guerra Fría, el embargo de EE.UU. tuvo como principal sostén argumental la presión sobre el régimen cubano para lograr una apertura política y económica. En ese marco se aprobó la ley Helms-Burton, que significó un
recrudecimiento de las sanciones.
Pero sus consecuencias fueron contraproducentes respecto de las expectativas aducidas. Se favoreció la intransigencia y el gobierno de Fidel Castro fortaleció sus bases de apoyo interno en su confrontación con Washington. Por otra parte, el interés económico
externo en la isla se canalizó hacia capitales europeos, canadienses o mexicanos. Los más afectados por el bloqueo fueron, en definitiva, la población cubana, sometida a fuertes carestías y restricciones, y los potenciales inversores estadounidenses.
Las medidas originalmente previstas para contener el avance del comunismo terminaron, a la postre, conteniendo el avance del mercado. De los pocos países que mantuvieron un régimen comunista tras la caída de la Unión Soviética, Cuba es prácticamente el único
sobre el que pesan semejantes sanciones. Esto es entendido, cada vez más, como un aliento a la permanencia que como una presión para el cambio.
En este último caso, el impacto mediático que tuvo el caso del niño Elián González fue el capítulo más reciente de impulso al acercamiento de posiciones y el establecimiento de puentes más fluidos en la recomposición de las
relaciones cubano-estadounidenses.
Ahora son la comunidad empresarial y los productores agropecuarios, tradicionales bases de apoyo del voto republicano, los que están empezando a reclamar nuevas reglas de juego con Cuba. Esto explica el avance de las iniciativas parlamentarias para levantar parcialmente el bloqueo y
habilitar el comercio en algunos rubros como medicina y alimentos. Es probable y deseable que dicho avance se vea acompañado por una reconsideración del tratamiento hacia Cuba, más a tono con las realidades y necesidades actuales de la isla y de su pueblo.
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