"¡¿Dónde me pongo, compadre?!"
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, junio - Existen 500 millones de pesos en los almacenes del país en concepto de recursos no utilizados -afirmó Felipe Curbelo, funcionario de la Comercializadora de Productos Ociosos del Ministerio de Comercio Interior cubano.
Entre los objetivos de esa empresa está el poder detectar a nivel nacional los recursos, enseres y materiales que llevan tiempo almacenados, y difundir su comercialización entre las empresas nacionales.
Se queja el funcionario de que son pocas las compañías que apoyan la gestión de la entidad que representa. Por supuesto que no aclara si esa falta de apoyo se debe a que la inmensa mayoría de esos artículos son el resultado de tecnologías del ex-campo
socialista, atrasadas, de gran tamaño y poco eficientes y, en consecuencia, poderosas razones por las cuales no les interesa su adquisición a la mayoría de los gerentes cubanos de nuevo tipo.
Fuentes consultadas señalan que algunos de estos directivos se muestran poco estimulados para realizar esas inversiones y movimientos ya que, de hacerlo, lejos de propiciarles beneficios a sus respectivas empresas, multiplicarían sus problemas. Además, en algunos casos,
llevarlas a cabo les exigiría gastos en moneda libremente convertible, que realmente necesitan para otras gestiones de mayor prioridad en las corporaciones que presiden.
Todo parece indicar que los altos funcionarios están más interesados en salir de sus propios productos ociosos con el mínimo de pérdidas posibles que en adquirir otros con iguales características y, de este modo, aumentar sus inventarios de artículos con
baja circulación. La tendencia, afirman los entrevistados, es modernizar sus instalaciones con tecnologías de punta, adquiribles sólo en aquellos países altamente desarrollados.
Lo cierto es -concluyen los consultados- que con estos desplazamientos se lograrán despejar los almacenes nacionales de recursos inactivos, pero esas medidas distan bastante de sanear la economía empresarial.
Mientras continúan las discusiones y los dimes y diretes, los productos no utilizados temen que su destino sea convertirse en chatarra y siguen dando gritos a una sola voz: "¡¿Dónde me pongo, compadre?!"
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