El Vedado de hoy y sus desastres ecológicos
Tania Díaz Castro
LA HABANA, junio - El Vedado, ese barrio que fuera moderno antaño, dejó de ser lo que fue. Sigue en su mismo lugar, pero no es el mismo. En él, durante los años de república, vivió la clase media, cualquiera que trabajara y pudiera pagar el alquiler de
un apartamento allí.
Era un barrio donde reinaba la limpieza, el orden, la tranquilidad y la belleza. Y, sobre todo, había vegetación exuberante: árboles frondosos, plantas exóticas florecidas todo el año. Y un césped bien cuidado. Todo relucía: balcones, terrazas,
edificios, escaleras, vestíbulos. Un barrio del cual se sentía orgullosa la ciudad próspera, viva y con futuro que era La Habana.
Los edificios de El Vedado se han deteriorado, ya que nunca han recibido el mantenimiento requerido, sin contar que muchos de ellos están a punto de sufrir un desplome.
Lo que más me gustaba de El Vedado eran los jardines situados a la entrada de los edificios, con sus rosales, marpacíficos, árboles de sombra, palmeras y todo tipo de plantas ornamentales.
Ahora, en las aceras donde antes se levantaban preciosos jardines, sólo hay tierra y alguna que otra planta que misteriosamente ha podido sobrevivir a las patadas de los malhumorados.
En mi cuadra, estos llamados "canteros" son verdaderos fangales que después de la lluvia ensucian las calles, las aceras y las escaleras de los edificios. Todo, gracias al trabajo voluntario de tres o cuatro personas que acuden al llamado del Comité de Defensa sólo
determinados días del año, por suerte.
Machete en diestra y siniestra acaban con el césped, con las ramas de los escasos árboles que, desafiantes, insisten en mantenerse en pie.
El fin de aquel espectáculo fue deprimente, como si una bomba de neutrones hubiera caído en la cuadra de 27 entre N y O. Un ex militar, el coronel Manolo, que viven al frente de mi edificio, me dijo que las plantas guardaban pulgas y garrapatas. Yo no podía salir de mi
asombro. Luego, que ésa era la orientación que ellos recibían.
Me marché de allí derrotada y preguntándome si algún día todo esto cambiará.
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