Belkis Cuza Male. Publicado el miércoles, 21 de junio de 2000 en El Nuevo Herald
Acabo de leer en una reciente entrevista, que la actriz Jane Fonda no se perdona a sí misma por haberse tomado aquellas fotos subida a un tanque de guerra de las fuerzas comunistas de Vietnam del Norte, donde parecía ``que estuviera disparando contra los aviones americanos''. Ni
siquiera después de muerta, dice, va poder olvidar esta grave ofensa a sus compatriotas.
Y tenemos que creerla y perdonarla porque así lo exige nuestra conciencia cristiana. Ese ya es un asunto entre la famosa actriz y Dios. Pero vale la pena recordar que años después, cuando la Fonda regresó a Estados Unidos, tras su fallido matrimonio con Vadim, el
director francés, a pesar de las protestas ardientes de los combatientes de Vietnam, que yo recuerde, no sufrió ni persecución legal ni cárcel.
En cambio, una simple protesta en contra de la violación de todos los derechos humanos en Cuba le está costando en la isla una condena de tres años al doctor Oscar Elías Biscet, cuyo único delito consistió entonces en colgar la bandera de su país
con el escudo invertido. Por la misma causa fueron condenados los opositores Eduardo Díaz Fleites y Fermín Scull Zulueta.
Y no bastando con esta arbitraria condena, el doctor Biscet ha sido doblemente castigado a pagar por ``su crimen'', al situársele en una cárcel de alta seguridad en Holguín, a 768 kilómetros de la capital. De este modo condenan de paso a Elsa Morejón, su
esposa, y a los padres de Biscet. La señora Morejón ha sido también vilmente calumniada en el periódico Gramna, incluso de recibir dinero de fuerzas extrañas en el exterior.
La Fundación Lawton de Derechos Humanos, desde su página de la internet y con una información diaria para todos los que se suscriban a su correo electrónico lawton1997@aol.com, ha informado que el doctor Biscet permanece desde el pasado 14 de junio en una de las
famosas celdas tapiadas de las cárceles cubanas, sin derecho a su Biblia ni a recibir visita de sus familiares. A la señora Elsa Morejón y a la madre del doctor Biscet --luego de un largo y penoso viaje desde la capital-- les fue negada la visita porque, según las
autoridades, por su rebeldía y negativa a realizar labores de limpieza en la cárcel y a participar en actos políticos organizados por el penal, había sido enviado a una celda de castigo (léase incomunicado en una celda tapiada).
Me gustaría comparar las condiciones del doctor Biscet o la de otro valiente opositor cubano, Vladimiro Roca --hijo del fundador del antiguo partido socialista, y uno de los cuatro de La patria es de todos-- con las de las cárceles en que se mantienen encerrados en Perú, por
ejemplo, a los cabecillas terroristas de Sendero Luminoso.
Se ha publicado que ciertos sectores de este país se han movilizado para pedir el traslado a una cárcel en Estados Unidos de aquella terrorista norteamericana que fue encontrada culpable de pertenecer a Sendero Luminoso. Pero hasta ahora, que yo sepa, las protestas internacionales
por las condiciones monstruosas de las cárceles cubanas y las injustas condenas a que son sometidos los pacíficos disidentes de la isla no han recibido el merecido apoyo internacional. Salvo las organizaciones dedicadas a estas investigaciones, la prensa --la de este país como
la del mundo entero, especialmente la europea-- prefiere callarse o andarse por las ramas.
Estos sectores actúan con mucho cuidado a la hora de denunciar y condenar al régimen cubano porque sencillamente les repugna el exilio de Miami y todo lo que represente la decencia y la lucha de los individuos que en Cuba se enfrentan al régimen. Esta prensa, muchos
intelectuales y ciertas figuras políticas no quieren ser catalogados de ``derechistas''. Le tienen pánico a esa mala palabra. Pues resulta que algunos han dividido el mundo en dos bandos: derecha e izquierda.
Y la gente se traga esos maniqueísmos, esos cartelitos estúpidos donde, por supuesto, los políticamente correctos y los buenos de la película son los de izquierda (o mal llamados liberales), y los malos, los torpes, los imperialistas, los colonizados mentales, los
insensibles al pueblo, serían los de derecha. Tengo una amiga muy querida, que dejándose llevar por estas definiciones --y sin que se propusiera ofenderme-- en medio de una acalorada conversación sobre Cuba, me dijo: ``Belkis, es que usted es de derecha''. Y me ofendí,
claro.
Pero no porque yo quisiera llevar el otro cartel, sino porque ya sé por dónde vienen los que utilizan esta definición, y además, porque no me gusta que me encasillen y mucho menos que me acorralen en una esquina donde erróneamente hay gente que ha situado a
todos los racistas, machistas, defensores a ultranza de los explotadores, lamebotas de los imperialistas, de las tiranías que no sean la de Castro, y de todas las causas injustas. Para mí, las cosas buenas están todas en un solo bando, se agrupan bajo el sol de la justicia de
Dios y punto.
Está bien, me digo. Si cierta gente en este mundo prefiere la ceguera a la luz, si prefiere defender a los babosos tiranos que matan y asesinan al pueblo amparados en una inexistente justicia social (sin pan ni libertad); si no quieren ver ni oír lo que está sucediendo en
esa isla, lo que en estos momentos está sufriendo en una celda tapiada el doctor Oscar Biscet, un defensor de la vida, un hombre que ha denunciado como criminal la política de aborto masivo del gobierno cubano, entonces dejemos que nos pongan cualquier cartel.
El doctor Biscet y Vladimiro Roca y todos los que han padecido y padecen la persecución y la cárcel en Cuba son una muestra de que la fuerza de la razón es la misma que mantiene hoy día viva la esperanza.
belkisbell@aol.com
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