Buda y el accidente de Juan Padilla
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, junio - Pienso si "Buda" tendrá responsabilidad en el accidente de Juan Padilla.
El estelar pelotero de los equipos Cuba e Industriales, Juan Padilla, aún continúa ingresado en el hospital, a casi un mes del lamentable accidente que le provocó una herida de gran extensión en la córnea, no obstante la urgente y esmerada atención médica
que recibe en un hospital oftalmológico de La Habana.
Un vecino suyo, presente en el momento del accidente refirió: "Fue tremendo el impacto. Le sacó el ojo. Creo que no podrá jugar más".
Una correa de sujeción de la baca de su automóvil, demasiado tensa, al soltarse, le alcanzó el ojo derecho.
En premio a la destacada actuación deportiva, el gobierno otorgó a Juan Padilla una confortable vivienda en la esquina de las calles 484 y 7ma.B en la Playa de Guanabo. Casa que perteneció a "Buda".
Como se conoce, en Cuba a quien abandone el país definitivamente le confiscan la vivienda y toda otra propiedad.
Es lo que sucedió a mi compatriota y vecino "Buda", al que por primera vez saco de la clandestinidad.
"Buda" fue el seudónimo que empleó el ingeniero Pablo Brow en su pacífico quehacer "conspirativo" de denuncias de violaciones de derechos humanos y en la exposición de artículos reflexivos, en la década de los ochenta y parte de los
noventa. Fue un destacado activista de nuestra organización opositora, Coalición Democrática Cubana.
Esos escritos, considerados subversivos por el gobierno, y por lo mismo, perseguidos, Pablo me los entregaba a mí para su divulgación, con el seudónimo de "Buda".
Nunca supo la policía política, por vía alguna, quién era el tan buscado "Buda" de las contundentes denuncias y reflexiones.
Hoy, a salvo con su familia, exiliados, años después los "delato". Delación que mucho honra a nuestro amigo y a su esposa Martica, enfermera fisoterapeuta que fue del Policlínico de Guanabo. También de pensamiento liberal y democrático.
La escalada represiva contra Brow fue muy tenaz. Separado del puesto laboral como electricista de barco, por no abdicar de sus ideas democráticas, jamás fue repuesto. Al contrario, le hacían la vida imposible.
Un doble cordón policial establecido alrededor de una Comisión de monitoreo de derechos humanos de Naciones Unidas (de visita en Cuba en la década de los ochenta, e instalada en el hotel Comodoro) pretendía evitar que llegaran a ella ciudadanos quejosos y líderes
de organizaciones disidentes. Pero Pablo Brow, con astucia y coraje, logró burlar la vigilancia y contactar con la Comisión, a la que entregó la denuncia fundamentada de su arbitraria separación laboral. También sobre otros desmanes de irrespeto a los derechos
humanos.
Por esta "burla" arreció la represión contra Pablo Brow y su familia, los que, como parte de la "carrera de relevo" iniciada en 1959, se vieron obligados a emigrar.
Juan Padilla, a quien la afición beisbolera admira (pues, por su talento toda persona de valía trasciende siempre el instante político) acaso ignore que la hermosa casa en que vive y que él remodela para hacerla más hermosa y confortable, perteneció (¿o
pertenece?) a un matrimonio de opositores.
Pablo Brow, a quien alguna vez Padilla hizo brincar de su asiento en una actuación brillante en el juego, tal vez ignore que esa gloria del béisbol es el usurpador "legal" de su vivienda.
Pablo Brow ya no es "Buda". Ya no necesita usar el antifaz del seudónimo para decir sus verdades sin estar expuesto a la cárcel. Tampoco tiene pensado, ni lo necesita, reclamar "su" casa, la que por magia del gobierno ya no es suya.
El "Buda" material marchó. Pero parece que en esa casa quedó el otro "Buda" espiritual, que aún ronda sin descanso y hace duras advertencias.
Habría que recomendarle a Padilla (creo que Brow también se lo recomendaría) que hiciera un exorcismo a la casa. Dicho lato y llano: tiene que hacer un "despojo" espiritual que tranquilice o eche al "Buda" inmaterial, penante, que todavía tiene
mucho que denunciar.
Deseamos sinceramente a nuestro correcto vecino Juan Padilla su pronto restablecimiento. Que de nuevo pueda ser admirado en el terreno de pelota. O como él mismo, resignado, expone: "Ser un buen entrenador deportivo".
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