Mentirosos certificados de defunción falsean las estadísticas
Dr. Sunset Nogueras Rofes
CIENFUEGOS, junio - Cuba, país del llamado Tercer Mundo y que sufre -al decir de los voceros oficiales- un bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos, ha proclamado entre sus logros tener indicadores de salud a la altura de los países desarrollados y ha subrayado
entre ellos el elevado control sobre las llamadas enfermedades crónicas no transmisibles. En este tipo de enfermedades se agrupa la hipertensión arterial, la cardiopatía isquémica, asma bronquial y la diabetes mellitus.
En Cuba existe un programa de salud que se centra fundamentalmente en el nivel de las atenciones primarias. Sus protagonistas, los médicos de la familia, son obligados a mentir de muchas maneras. Principalmente a la hora de confeccionar o llenar un certificado de defunción.
El certificado de defunción es el documento oficial a través del cual se elaboran las estadísticas que señalan las reales causas de muerte en nuestra nación, así como el promedio de vida de sus ciudadanos y otros datos de interés científico
Adentrándonos en el mundo de la burocracia del Ministerio de Salud Pública, podríamos decir que cuando un individuo fallece en su casa o en un policlínico el médico de la familia que asiste el caso debe escribir en ese documento las causas directa e indirectas
que provocaron la muerte del paciente. Pero, aquí es donde comienza el problema.
Por ejemplo, en el área #1 del municipio Cienfuegos, hace algunos meses ocurrió un caso donde un honesto médico dictaminó como causa directa de la muerte un estado de hipertensión arterial descompensada. Como tal dictamen pudiera interpretarse en el sentido de
que el enfermo no controlaba su dolencia por falta de medicamentos (como hoy en día sucede frecuentemente, cuestión no aceptada por los exclusivos proveedores de los servicios médicos en el país: el Partido Comunista de Cuba) el médico fue citado, cuestionado y
coaccionado por el Partido Comunista (PCC), por la Seguridad del Estado (DSE) y por la Dirección de su Area de Salud, para obligarle a cambiar la verdadera causa de muerte. El galeno, ante tanta presión, terminó escribiendo en el certificado de defunción: "bronconeumonía".
Aunque los familiares del difunto están plenamente convencidos de que aquélla no es la real causa de la desaparición física de su ser querido, aunque el "honesto" médico también lo sabe, así quedó escrito en el certificado de
defunción. La mentira se impone.
¿Qué hay detrás de todo esto?
Debemos señalar que el sistema de atención primaria de salud es verdaderamente eficaz, sobre todo el programa de atención y control de enfermedades crónicas no transmisibles, pero ¿no hay muertes en Cuba por descompensaciones cardiovasculares, hipertensivas, diabéticas
o asmáticas? ¿Se puede afirmar que los cubanos no mueren por fallas en el control de esas enfermedades? ¿Será acaso que no existen disponibilidades de medicamentos que perfectamente se pueden fabricar en el país? ¿O será que a muchos de esos pacientes, en
su mayoría ancianos, no les alcanzan sus ingresos para adquirir los medicamentos necesarios?
Cuba, "la potencia médica del Caribe" según los voceros gubernamentales, continuará llevando un eficaz control sobre sus médicos más que sobre las mentiras. Pero, la política de hacer callar no siempre dará resultado: una parte
considerable de esas mentiras figuran en los certificados de defunción.
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