Cosas de la justicia
Néstor Baguer, APIC
LA HABANA, junio - Creo conocer bien los Estados Unidos. Allí viví varios años mientras cursaba mis estudios superiores. Supe admirar, y pude, la democracia norteamericana, y la generosidad del pueblo norteamericano. Pero hay algo que todavía no comprendo, y es cómo
se administra la justicia.
El pueblo norteamericano ama tanto el derecho de cada ciudadano que ha creado un sistema judicial que a veces se contradice, creando dudas en las mentes de quienes no somos expertos en esa complicada materia.
Actualmente tenemos dos contenciosos que confunden a los ciudadanos del resto del planeta, los que no podemos menos que asombrarnos al ver que la nación más poderosa del mundo está enredada en sus propios mecanismos de defensa de sus ciudadanos, y se ve imposibilitada de
cumplir los fallos que dicten sus más altos tribunales.
Un contencioso es Elián. Según dos tribunales, este niño no puede decidir por sí mismo y solamente su padre debe y puede hacerlo. Pero no se cumple lo que dice el padre, ni tampoco pueden sus familiares de Miami estar con el niño.
Este niño está en un limbo legal del cual no se sabe cómo saldrá, en tanto que Fidel Castro disfruta el espectáculo.
Pero tenemos otro caso más doloroso aún. Un alto tribunal ha sentenciado que los familiares de los pilotos de Hermanos al Rescate (que volaban en misión de paz y fueron alevosamente asesinados) tienen el derecho de recibir una indemnización de 38 millones de dólares.
Y ¿qué sucede? Simplemente, la Fiscalía General o algún otro departamento estatal decide, en contra de toda verdadera justicia, que no se puede tomar ese dinero de las cuentas que posee el régimen castrista en bancos de los Estados Unidos, pues eso sería "traficar
con el enemigo".
Señores, en primer lugar, si la situación fuese a la inversa, ¿tendría el gobierno de Cuba los mismos escrúpulos? Una cosa es traficar o comerciar con el enemigo, y otra muy distinta es castigarlo para que pague un crimen.
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