Nacer endeudado
Manuel Vázquez Portal, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, junio - No es de la deuda externa que hablaré. Motivo por el cual el cubano nace ya endeudado. Hablaré de una deuda más primitiva y más local. Una deuda que independientemente de las deudas que ha contraído el Estado debido a su permanente crisis
económica, aún habiendo sido subvencionado por muchos años, y por la mala utilización de los recursos nacionales, gravita sobre el cubano, que también, según mi experiencia personal, es impagable.
Esta deuda es la que por el solo motivo de nacer en Cuba contrae cada niño al nacer.
Según el decir de José Martí, todo hombre al venir a la vida tiene el derecho de ser educado. Según la declaración de la UNICEF también lo tiene. Así es que no cabría discusión alguna sobre el deber que tienen los estados de
contribuir con la educación de sus pobladores. Y, por último, según la Constitución cubana, aquí la educación es gratuita.
Sin embargo, sería bueno echarle un vistazo a esta gratuidad. Esta gratuidad tiene el precio de haber sido y ser doctrinal, marxista-leninista, según la interpretación gubernamental de dicha teoría, sin otra opción educativa, incluyendo la religiosa. Todas las
escuelas, institutos, universidades, son propiedad del Estado y se rigen por leyes y programas dirigidos por el Estado. El educando crece con una visión maniquea del mundo, lo cual no le permite asimilar los matices sociales y lo convierte, por tanto, en un intolerante. Los métodos
evaluativos incluyen la participación política, que como se sabe es unipartidista, lo cual obliga al estudiante a estar de acuerdo con la línea política propuesta por el gobierno, o pierde la posibilidad de continuar su ascenso educativo. No creo necesario recordar el
postulado: La universidad, para los revolucionarios. Lo que supone que además de buenos resultados académicos, el estudiante debe ostrar una incondicionalidad política sin lugar a dudas.
Esta gratuidad presupone, además, el compromiso, establecido de antemano, de, una vez egresado, servir donde la revolución lo necesite. En otras palabras, el inapelable "servicio social". Dos años en el lugar donde sea asignado sin otra alternativa que cumplir o
quedar sin empleo y dejar sin valor alguno el título obtenido.
Por último, esta gratuidad condena, de por vida, a trabajar por un salario de 198 pesos (menos de diez dólares) para los universitarios recién graduados y 600 pesos (treinta dólares) para aquéllos que después de no menos e 6 años alcanzan categorías
de especialistas. A ningún profesional se le permite ejercer su profesión por cuenta propia.
Conclusiones, no son necesarias. Muy cara cuesta la educación gratuita en Cuba. Tal gratuidad endeuda para siempre.
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