Cada vez más estadounidenses desafían el embargo y viajan a la isla a través de otros países
Mauricio Vicent , La Habana . El País. Miércoles 7 junio 2000 - Nº 1496
La escena tiene lugar en la barra del famoso restaurante El Floridita. Es domingo, y Alejandro, joven maestro de cantineros, prepara un daiquiri doble sin azúcar. Un Papa, el trago que Hemingway creó e inmortalizó al consumirlo por barricas en La Habana. Hay varias personas
acodadas en el mostrador; algunas hablan inglés, entre ellas una chica rubia de California que toma notas mientras apura su vaso. No tiene reparos en admitir que ha llegado aquí violando el embargo: "Quería conocer Cuba, y como no se puede legalmente, he venido por mi
cuenta, a través de un tercer país".
Al igual que Jenny, en mayo un millar de ciudadanos norteamericanos viajaron a la isla ilegalmente. Una buena parte de ellos pasaron por esta catedral del alcohol en busca de las huellas de Hemingway (el mito obliga). Bajo los efectos dulzones del daiquiri, la gente se desinhibe, habla... "Ni
embargo, ni política, ni nada. ¿Por qué los norteamericanos somos los únicos ciudadanos del mundo que no podemos pasar unas vacaciones en Cuba?", barrunta Thomas. Su reflexión, empapada en ron, adquiere más sentido cuando a uno le cuentan que si el
embargo se levantase mañana, un millón de turistas de EE UU podría visitar la isla el primer año.
A los funcionarios de EE UU les gusta decir que los norteamericanos no tienen prohibido viajar a Cuba. El problema, dicen, es que no pueden gastar dinero, a no ser que obtengan una licencia del Departamento del Tesoro a la que sólo tienen derecho ciertas categorías de personas
(periodistas, artistas, científicos, funcionarios en misión de trabajo, académicos y cubanoamericanos). Y hasta estos privilegiados tienen como límite máximo de gastos 100 dólares diarios, todo incluido.
Las sanciones a las que se arriesgan son severas -multas de miles de dólares y penas de hasta diez años de cárcel-, pero éstas no impidieron que el año pasado viajaran 28.000 residentes en EE UU violando el embargo. La cifra es de John Kavulich, presidente del
Consejo Económico y Comercial EE UU-Cuba, que se dedica a proporcionar información a empresarios norteamericanos sobre las oportunidades de negocio que ofrece Cuba.
El interés de los turistas norteamericanos no es menor al que tienen los empresarios por hacer negocios en Cuba. Kavulich afirma que en 1999 2.800 norteamericanos viajaron a La Habana por negocios. Cada vez es mayor el interés de empresarios y políticos en EE UU por
normalizar las relaciones. "Es más que hora de concentrarse en este tema", dijo hace unos días Craig Johnstone, jefe de una delegación de la Cámara de Comercio que ha visitado la isla. Señaló que el Congreso y el Senado norteamericano deben
analizar esta semana sendos proyectos de ley para autorizar la venta de alimentos y medicinas a Cuba, algo que, a su juicio, sería un "buen comienzo". En palabras de un economista cubano, "la isla dedica anualmente 800 millones de dólares (unos 145.000 millones de
pesetas) a comprar alimentos e insumos médicos en el extranjero. En condiciones normales, estas compras se harían en EE UU".
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