Raúl Rivero. Publicado el miércoles, 7 de junio de 2000 en El Nuevo Herald
La Habana -- Está circulando ahora en Cuba, subterráneo, enmascarado y en silencio, un libro fundamental, un espléndido fogonazo de luz sobre la historia. Es una edición facsimilar de Próceres, de Néstor Carbonell Rivero.
¿Cuál es el contenido de esa obra, que obliga a la discreción y al camouflage? ¿Cuál es el mensaje, que hace que los furtivos lectores lo muevan por la ciudad forrado con una aguerrida y militante primera plana del diario Granma? ¿Es acaso un crudo ensayo
anticomunista o un reportaje a fondo de la realidad cubana?
No. Son 36 ensayos biográficos sobre los creadores de la nación, donde sólo faltan algunos que, hacia la fecha en que se escribió el libro, l919, todavía respiraban y vivían en la isla. Y el autor, lúcido y cauto, se decantó por la espera
antes de someterlos al dudoso homenaje de sacralizarlos con el corazón en marcha.
Pues sí. Es un libro escrito en aquellas fechas y publicado en l928, libre de polución política, abundante y apasionado; piadoso a veces; escrito sin escondrijos; pero cuidadoso al exponer las posibles manchas de los protagonistas. Son textos para que las nuevas generaciones
de cubanos conozcan a esos hombres y sus inquietudes. Donde sus trayectorias se abordan con respeto, sin omisiones capitales. Son acercamientos amorosos a unos seres humanos que, en medio de la avalancha de ideas y la dinámica de su época, trabajaron y lucharon y murieron decentemente.
Carbonell Rivero se introduce en las vidas políticas de los próceres con manos de plomo y precisión de cirujano. Me gusta avalar la aproximación respetuosa y firme que hace el autor con este detalle en la nota sobre Gaspar Betancourt Cisneros, el Lugareño. Se
conocen las ideas del camagüeyano de anexar Cuba a Estados Unidos. Su biógrafo, desde luego, expone esa posición de Betancourt Cisneros, pero enseguida deja caer una nota que, 79 años después, sigue vigente: ``Esa idea, mala entonces y mala hoy, aunque vivamos
desangrándonos''.
Lo que puede tener de subversivo Próceres en la Cuba actual es la honestidad, la anchura y el desenfado con que se abordan figuras que, en las últimas décadas, han sido sepultadas bajo una montaña de manuales de marxismo
Lo que puede tener de subversivo Próceres en la Cuba actual es la honestidad, la anchura y el desenfado con que se abordan figuras que, en las últimas décadas, han sido sepultadas bajo una montaña de manuales de marxismo, folletines sindicales, una palabrería
que es el inminente almuerzo del olvido. Si ahora mismo uno detuviera en plena calle a cualquier viandante habanero, atiborrado de nombres pasajeros y episodios insulsos, apenas podría identificar a la mayoría de los patriotas que aparecen en esta galería cubana. Sus vidas y sus
ideas no se han podido amoldar al dibujo parcial e impreciso que se hace ahora de la historia de Cuba. Se sabe que la raza es más antigua que el sistema económico y es esa raza la que se está buscando a sí misma, sus verdaderos orígenes y su fuerza inicial.
En esa indagación se halla este libro de la Editorial Cubana, cuyo inventario bibliográfico incluye a Julián del Casal y a Jorge Mañach. A Márquez Sterling y a Manuel Sanguily. Es decir, la historia, pero toda: plena, íntegra en sus discordancias y armonías,
como es la vida. Con Próceres me sentí más libre y más cercano a mi país. Y con un paseo que hice por La Habana esta mañana estoy seguro de que le rendí un pequeño homenaje al hombre que lo escribió, y que murió aquí en
l966, indemne y orgulloso, escribiendo versos sencillos.
Periodista, poeta y disidente cubano, reside en La Habana.
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