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Junio 6, 2000



Noticias de Cuba

El Nuevo Herald

Publicado el martes, 6 de junio de 2000 en El Nuevo Herald

Cuba intenta frustrar la deserción de dos médicos

Chris Gaither Y Sandra Marquez Garcia. The Miami Herald

Una desesperada nota escrita en un papel con membrete de los Servicios de Policía de Sudáfrica, por dos médicos cubanos disidentes, es el último rastro de los dos posibles defectores, de los que se dice fueron secuestrados horas antes de una entrevista donde solicitarían asilo político en Zimbabwe.

Leonel Córdova Rodríguez, de 31 años, y Noris Peña Martínez, de 25, que se encontraban en Zimbabwe con motivo de una misión bilateral, fueron sacados de su casa por soldados armados en horas de la madrugada del viernes, pocos días después de haber ocupado los titulares de los diarios internacionales con sus denuncias públicas a Fidel Castro.

La nota escrita apresuradamente fue deslizada en la mano de una empleada de Air France en Johannesburgo el viernes, mientras agentes de seguridad intentaban obligar a los médicos a subir a bordo de un jet rumbo a París, con continuación de vuelo hacia La Habana. Fuentes diplomáticas creen que los dos médicos fueron devueltos a Zimbabwe después que Air France se negara a admitirlos a bordo. Ambos médicos amenazaron con matar a alguien si los subían a un avión con destino a Cuba.

Oluseyi Bajulaiye, representante de Zimbabwe ante el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, dijo que los dos médicos se encontraban el lunes bajo custodia de la policía en Harare, la capital de ese país. Su agencia estaba negociando el acceso a los cubanos. ``Estoy preocupado por la forma en que se ha manejado hasta ahora la solicitud de asilo'', dijo Bajulaiye.

Como parte de un contingente de unos 150 médicos cubanos en misión en Zimbabwe, Córdova y Peña fueron enviados como parte de la estrategia de la ``diplomacia médica'' cubana, que exporta atención médica de alto nivel a las naciones subdesarrolladas a fin de obtener las muy necesitadas divisas, así como favores políticos en estos países.

Las autoridades de Naciones Unidas dijeron que al parecer Zimbabwe había violado las leyes nacionales e internacionales al deportar a los cubanos antes de que su caso de asilo político pudiera ser escuchado por una comisión de inmigración.

``Tenemos motivos para creer en sus temores de persecución si son devueltos a Cuba'', dijo Kris Janowski, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en Ginebra.

La oficina de esta agencia internacional de refugiados en Harare, había estado ayudando a los dos doctores con su solicitud de asilo. Los miembros del personal se preocuparon cuando ambos médicos no acudieron el viernes a la entrevista que tenían programada. ``No los hemos visto desde entonces'', dijo Janowski. ``Nos preocupa que hayan sido devueltos a Cuba''.

Sign Chabvonga, portavoz de la embajada de Zimbabwe en Washington D.C. se puso en contacto con las autoridades en Harare, pero no pudo confirmar si los cubanos habían sido transferidos a Sudáfrica. Tras hablar con un representante del ministerio de Relaciones Exteriores, Chabvonga dijo que ``esa persona no creía que los médicos hubieran salido de Zimbabwe''.

Un testigo que presenció lo ocurrido en el pasillo de salida del vuelo 993, programado para salir hacia París a las 7:40 p.m., dijo que los cubanos, flanqueados por dos soldados zimbabwenses, lloraban y gritaban ``¡No queremos regresar!''. Después que los médicos amenazaron con matar a alguien si los obligaban a subir a bordo de la nave diciendo ``No tenemos nada que perder'', el capitán del vuelo decidió no permitir que los doctores subieran a bordo, dijo el testigo. El avión salió sin los cubanos.

Pero antes de que la tripulación saliera, Peña pudo entregarle un recuento de tres páginas sobre el secuestro, escrito en hojas timbradas con el cuño de los Servicios de Policía de Sudáfrica a un miembro de la tripulación de Air France, según dijeron funcionarios de la ONU. El recuento, escrito en inglés, uno de los idiomas oficiales de Zimbabwe y Sudáfrica, significó un rastro de papel para las autoridades de la ONU. En el margen de la primera página, los médicos hacían un llamado urgente pidiendo ayuda, escribiendo la palabra ``SECUESTRAODS'', con grandes letras.

A su llegada a París, el miembro de la tripulación le entregó una copia del recuento a su vecino cubanoamericano, cuya hermana es abogada de inmigración en Miami, y envió por fax otra copia a los funcionarios de las Naciones Unidas en Ginebra.

``Por favor, estamos angustiados por la seguridad de nuestras vidas y el bienestar de nuestras familias'', se leía en la carta escrita por Córdova. ``El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados debe ser informado de lo que sucedió y de que estamos viajando, secuestrados, hacia Cuba''.

Condenado a muerte se amputa las manos

El hecho ocurrió poco antes de la ejecución

Cubane tLA HABANA

El preso Jorge Luis Rodríguez Mir, condenado a muerte en Cuba por el asesinato de un policía en 1997, protagonizó un hecho macabro el pasado 15 de abril ante la inminencia de su fusilamiento.

Rodríguez Mir, de 32 años, confinado en la cárcel habanera ``Combinado del Este'', conoció que en esos días habían ejecutado a otros condenados a muerte que llevaban el mismo tiempo que él en espera.

Fue entonces que Rodríguez Mir, de 32 años, se aplicó un doble torniquete en ambas manos, y con la ayuda de una chaveta afilada, sin que nadie lo ayudara, se amputó radicalmente sus dos manos. Nadie sabe cómo pudo llevar a cabo semejante acto.

Cuando el Capitán Castro, jefe de las celdas de castigo, llegó al lugar, Rodríguez Mir, con sus pies, lanzó hacia el pasillo las manos recién amputadas al tiempo que decía: ``¡Mire Capitán, las manos que cometieron el crimen ya no están. Me las corté. Perdónenme la vida!''

Jorge Luis Rodríguez Mir mató a un policía en septiembre de 1997. Otros jóvenes cubanos, cuyas edades no sobrepasan los años que lleva en el poder el régimen de Fidel Castro, permanecen encerrados en esas celdas de castigo del Combinado del Este. Ellos también serán fusilados un día. Entretanto, viven aislados en calabozos sucios, oscuros, malolientes, sin agua y sin luz eléctrica. La alimentación que reciben es pésima, y se les entrega por una pequeña rendija en la puerta tapiada de la celda. El trato cruel, tanto físico como psicológico, que reciben esos prisioneros los impulsa en muchas ocasiones a autoagredirse o suicidarse.

Jorge Luis Rodríguez Mir es hijo de Idalmis y Ramón, residentes de calle Carlos Manuel de Céspedes #70, Reparto Cárdenas, Banes, provincia Holguín. En la actualidad está ingresado en el Hospital Nacional de Reclusos, radicado en el mismo Combinado del Este.

El prisionero político Miguel Sánchez Valiente logró sacar el informe del hecho.

Copyright 2000 El Nuevo Herald

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