Democratizar la computación e informática en Cuba
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, junio - La VII Convención y feria Internacional Informática 2000, efectuada en la capital cubana d el 22 al 27 de mayo, que incluyó simposios y una exposición con los últimos adelantos, es un buen paso (según dijo un comentarista oficial) que
situará a Cuba en la avanzada científico-técnica del planeta en materia de computación e informática.
Con esta nueva ciencia sucede parecido al creciente turismo foráneo que fluye en nuestro país: ni las migajas llegan al pueblo.
El común del pueblo, con excepción de los que por razones laborales responden a los intereses del Estado, no tiene acceso a Internet.
Aunque no existe ley, según conozcamos, que prohiba a un particular importar computadora, es tan engorroso y restrictivo el mecanismo que resulta casi imposible obtenerla. El Estado monopolista tampoco las vende a personas comunes.
Con tantas trabas antidemocráticas, cuya verdadera intención es coartar la libre comunicación y expresión de ideas, para obtener una plaza laboral de informática y computación, el candidato deberá estar muy "filtrado" en su
incondicionalidad al sistema.
El gobierno conoce muy bien a qué se expone si la persona no es confiable políticamente. No ignora el poderoso vehículo de desbloqueo de ideas que es Internet con su inabarcable y plural refluir de información.
Fuente de comunicación entre gentes, pueblos, culturas, ciencias, tecnologías, en fin, toda la existencia de la humanidad en su devenir histórico, con Internet se quiebra el rígido esquema ideológico-político por cuarenta años impuesto. Internet
es en sí misma palanca de democracia. Es necesario democratizar en Cuba la computación e informática.
El gran público cubano, que no ha visto "en vivo", frente a sí, una computadora (a no ser en los filmes de la televisión y cine) estará alelado al escuchar o leer por la prensa la presentación en este evento científico-técnico, de los
nuevos discos digitales DVC, capaces de almacenar varias veces más información que los actuales. O qué es la televisión digital. O los diccionarios multilingües con factura electrónica. Ni qué es, o cómo actúa, y sus consecuencias, un
virus informático, de los cuales hay ya detectados más de 35 mil en las redes. Tampoco conoce el comercio electrónico. Ni la teledetección espacial computarizada mediante satélites.
Paralelo a la VII Convención de Informática de La Habana se efectuaron el III Congreso Iberoamericano de Tecnologías Multimedias y de la Comunicación, el II Congreso de Informática Médica y la III Conferencia Internacional de Derecho e Informática.
Da vergüenza y escozor que ninguno, pero en especial el último cónclave referido al Derecho, haya tomado nota siquiera de la falta de oportunidades del cubano para acceder a la gran mayoría del recién pasado siglo, pero que también lo es del presente: la
ciencia de la computación y la informática.
Vendas y orejeras para la marginación popular también tuvieron por esos días otros organismos del exterior que incluso coauspiciaron Informática 2000 en Cuba. Tales fueron UNESCO, Organización Mundial de la Salud, Asociación Cartográfica
Internacional, Federación Iberoamericana del Derecho, así como prestigiosas universidades de España, Italia, Francia y Colombia. Por supuesto, 18 ministerios, sociedades e instituciones cubanas oficiales le dieron soporte.
Habrá quien haga coro al gobierno cuando afirma que está introduciendo la computación e informática en las escuelas y universidades. Cierto. Pero en beneficio propio ante la insoslayable necesidad de conducir la maquinaria estatal acorde con los enormes cambios tecnológicos
del mundo. Así podrá apretar mejor las clavijas del sistema.
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