CUBANET ...INDEPENDIENTE

1 de junio, 2000



Terrorismo ideológico

Mario J. Viera González, Cuba Voz

"Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia ni de ataques a su honra o reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques". (Artículo 12, Declaración Universal de los Derechos Humanos)

LA HABANA, mayo - "¡Hereje! ¡Hereje!" Este epíteto lanzado contra cualquier persona del siglo XV resultaba aterrador, era una casi segura sentencia de muerte. Alrededor de la víctima de pronto se abría el vacío. Parientes, amigos, asociados, se apartaban atemorizados de esa persona. Hereje era todo aquél que contradecía los dogmas oficiales de la Iglesia Cristiana. Un dogma de fe, único e indiscutible, se había impuesto en todo el mundo occidental. La hoguera de la Santa Inquisición alumbraba lúgubremente las plazas públicas, y el índice terrible del Gran Inquisidor de la España feudal, Tomás de Torquemada, condenaba sin piedad a cualquier infeliz que no hubiera demostrado su fidelidad y su acatamiento acrítico al ortodoxismo de credo del catolicismo. El hereje sería devorado por las llamas y condenado pre mortens al fuego eterno del infierno. La Santa Inquisición era entonces, aunque estas palabras no se emplearan en aquella oscura época, el ejercicio del terrorismo ideológico.

Siglos más tarde, en la primera mitad de éste que recién concluye, en Alemania el Partido Obrero Nacional Socialista lidereado por Adolfo Hitler, luego de asaltar el poder impuso un dogma de fe único e indiscutible para todos los alemanes. Contradecir la palabra infalible del Führer constituía un delito de lesa patria lo que conllevaría a golpizas propinadas por las SS, horrorosas sesiones de interrogatorios en los calabozos de la Gestapo (policía política) y el fin de la vida en cualquier campo de concentración. Goebbels trazaba la línea fundamental del credo que Heinrich Himmler hacía cumplir con extraordinaria eficiencia. El nazismo fue una forma moderna del terrorismo ideológico.

Aplastado el fascismo por la acción de las grandes potencias aliadas, Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética, el mundo se dividió en dos bloques ideológicamente irreconciliables, y ante el nuevo reparto del mundo del cual la Unión Soviética sería la que más ganancia obtendría, arrebatándole tierras a Polonia y a Rumanía, anexándose las repúblicas bálticas e imponiendo su control policiaco sobre la Alemania Oriental, Hungría, Checoslovaquia, Polonia, Rumania, Bulgaria y Albania, se iniciaba la guerra fría.

En todo el imperio soviético se impuso un solo e indiscutible dogma de fe: el estalinismo. Los nuevos herejes serían declarados "enemigos del pueblo", y sus vidas se interrumpían violentamente en el cadalso o iban a parar a la Siberia. Una respuesta a esta acción soviética apareció entonces como reacción complementaria en los Estados Unidos durante la década de los cincuenta. La identificación personalizada de esta reacción fue el senador republicano Eugene Joseph Mc Carthy. Frente a las avanzadas del comunismo internacional el macarthysmo quiso convertirse en una barrera de contención. Para lograr tal propósito, Mc Carthy no vio otro medio que la implantación del terrorismo ideológico. Con el poder de su Comité Senatorial de Actividades Antinorteamericanas el reaccionario senador emprendió una verdadera cacería de brujas, que no diferenciaba entre comunistas y pensadores progresistas. Tanto fue su poder que hasta el propio presidente de los Estados Unidos, Eisenhower, temió enfrentársele.

El macarthysmo es el ataque despiadado contra el adversario lanzado desde las cumbres del poder y con toda la fuerza del Estado. La víctima es sometida al descrédito público sin recurso alguno a la réplica o a la defensa. Es el terror ideológico promovido por la intolerancia. Es, en fin, la misma Santa Inquisición actuando de manera más sutil y terriblemente refinada.

Una forma de macarthysmo de izquierda surgió en China durante el período de decadencia senil de Mao Tse Tung: la Revolución Cultural, con su guerra de los gorriones, con la destrucción de muchas obras de arte y las continuas purgas contra científicos, intelectuales y aún de miembros de la propia nomenclatura del partido comunista. La Revolución Cultural maoísta fue otra forma del terrorismo ideológico, una especie de macarthiysmo o neomacarthysmo, la reacción de la ultraderecha adoptada por la reacción de la ultraizquierda.

Una nueva modalidad de este neomacarthysmo comienza a tomar forma en Cuba. Se inicia con la publicación de una lista negra de herejes cuyos nombres menciona el propio jefe de gobierno, y va consolidándose a la sombra de la "batalla de ideas" promovida a partir de la politización del conflicto surgido entre miembros de la familia González por la custodia del pequeño náufrago Elián González Brotons. El estrago senatorial de Mc Carthy devenido en panel de periodistas gubernamentales, y su Comité de Actividades Antinorteamericanas en tribunas abiertas para denunciar supuestas "actividades anti-cubanas".

A partir de un editorial que el gubernamental periódico Granma asumiera como suyo, desde las mesas redondas televisadas que el gobierno a calificado de "universidad popular", se ha lanzado un ataque despiadado, violento e injurioso en contra del director de Vitral, la revista del Episcopado de Pinar del Río, Dagoberto Valdés.

A Valdés se le presenta en los peores términos. Se le califica de "mercenario", "enemigo del Estado cubano", "anexionista", epítetos éstos que tienen en la actualidad cubana el mismo estigma terrible de "hereje" en la España del siglo XV. Se ha pisoteado la reputación de este hombre de manera impune a partir de versiones unilaterales. Mc Carthy respondía a una ética, la de los políticos de profesión, inspirada en las enseñanzas magistrales de Nicolás Maquiavelo, lo cual no lo justifica ante la Historia, pero en el periodismo existen otros valores éticos. El periodista no es un agitador, no es un ideólogo, es un testigo de la Historia, y sabe que en toda historia no existe una sola arista. Hay un principio ético del periodismo, cuando de verdad es periodismo: conceder el derecho de réplica en plena igualdad al que se haya sentido menoscabado en su honor, en su reputación, en su imagen, por comentarios adversos proferidos desde los medios periodísticos.

Dagoberto Valdés no simpatiza con el actual gobierno de Cuba. Dagoberto Valdés se opone al gobierno actual. Dagoberto Valdés critica duramente al actual gobierno de Cuba. Dagoberto Valdés tiene contactos con representantes diplomáticos de Estados Unidos, República Checa, Polonia, y de algunos otros Estados. Nada que en un país libre sea ilegal. Los comunistas de cualquier parte de la Tierra se oponen a sus gobiernos "capitalistas", critican duramente a sus gobernantes, lanzan duros ataques desde sus periódicos contra el gobierno de sus correspondientes países, se declaran partidarios de la transformación y derrocamiento de sus "gobiernos burgueses" por medios revolucionarios, distribuyen su propaganda anti-gubernamental y mantienen estrechos contactos con las embajadas cubanas. Y nadie, por ello, los condena al ostracismo y al descrédito. Sencillamente poseen el derecho a defender y divulgar sus opiniones.

Dagoberto Valdés es un hereje, y contra él se lanzan los peores ataques sin derecho de réplica. Y si los grandes inquisidores fueron en el siglo XV Torquemada y Mc Carthy en los años cincuenta del siglo XX, el gran inquisidor de hoy en Cuba no es otro que un periodista asalariado de la televisión propiedad del gobierno y del Partido Comunista, que apenas era conocido antes de que condujera un programa televisivo que ha obtenido cierto éxito de teleaudiencia, "Pasaje a lo desconocido". Ahora se ha convertido en la figura cimera de las mesas redondas: Reinaldo Taladrid. Y este Taladrid improvisa largos discursos, discrepa, ridiculiza, humilla e injuria. Se ha convertido en todo un cuadro del Partido Comunista de Cuba y en un representante de quienes en ese partido se declaran a favor de la línea dura, del ortodoxismo más visceral. "¡Hereje!" -gritaba Torquemada. "¡Traidor!" -vocifera Taladrid en contra de Valdés: "Bueno, éste es un traidor -afirma categóricamente Taladrid hablando de Dagoberto Valdés- aquí no cabe duda de que estamos ante la presencia de un verdadero traidor". Y cuando pronunció estas palabras parecía que se escuchaba a sus espaldas el furioso trepidar de las llamas de la Inquisición.

Anexionista es el otro anatema que el ardiente empleado de la TV del gobierno, Taladrid, arroja sobre el director de Vitral: "Es otro adjetivo más que le agrego -afirma Taladrid con un aire despectivo que ya hubiera querido igualar el senador Mc Carthy cuando aterrorizó a los Estados Unidos- y no gratuito, a este personajillo".

El caso de Dagoberto Valdés no es un accidente ni será un caso aislado. La primera bruja de Salem fue Elizardo Sánchez. Ahora es llevado Dagoberto Valdés ante el "Comité de Actividades Anti-Cubanas", pero sin audiencia donde él pueda enfrentar las acusaciones en su contra. Nuevas personas se verán confrontadas sin derecho a réplica por los torquemadas del comunismo cubano, es la hora del desenfreno, del terrorismo ideológico. Si con las ideas no se pueden ganar batallas, quizás se logre por medio del miedo y del descrédito. En esto consiste la esencia de esta llamada "batalla de ideas". El régimen de La Habana ha comprendido que encarcelar por razón de opinión y conciencia implica un serio costo político en el plano internacional y que resulta más eficiente, más rentable, tratar de empañar la imagen de sus oponentes, aunque se recurra para ello al insulto y a las verdades a medias. Pero la Historia es despiadada. La Santa Inquisición desapareció, la universalidad del cristianismo sufrió el mayor de sus cismas con la Reforma iniciada por Lutero. Torquemada quedó como un bochornoso borrón del pasado. Goebbel vio hundirse hecho trizas el que creyó milenario Tercer Reich. Mc Carthy quedó desprestigiado y silenciado por el espíritu democrático del pueblo estadounidense. Stalin fue condenado por sus herederos del Partido Comunista de la Unión Soviética... los Torquemadas sólo tienen un lugar en la Historia. Ese es... mejor decirlo con palabras de Taladrid cuando conduce su programa Pasaje a lo Desconocido: "Saque usted sus propias conclusiones".



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