El romance del bloqueo
Reinier Arcos Marrero, Cuba Voz
LA HABANA, mayo - Desde que tengo uso de razón estoy escuchando las controvertidas palabras de "bloqueo" o "embargo", y les aseguro que durante mucho tiempo usé esta palabra como justificación y respuesta a las miles de escaseces que rodean a este
hermoso caimán.
Claro está, hasta finales de la década de los ochenta no se abusaba del término "bloqueo", y de cualquier manera nuestros establecimientos comerciales no sufrían la falta de productos, debido al campo socialista, que conformaban una alimentación
variada y abundante y con precios al alcance de cualquier bolsillo.
Comienza el famoso período especial y como arte de magia van desapareciendo aquellos artículos que en tres décadas hicieron que Cuba riera, y renace nuevamente como algo cotidiano el pregón del bloqueo como la palabra de orden. Todo era culpa del bloqueo imperialista.
Hasta 1994 llegué a creer por segunda vez en el bloqueo hasta que comenzaron a convertirse los garajes en "CuPet", las cafeterías en "Rápidos", kioskos de pollo frito, en algunos lugares grandes super mercados como el de Carlos III, Paseo y 3ra., y 70 y
1ra. En este último, por ejemplo, existe lo que usted nunca ha visto: desde una cabeza de ajo microjet hasta la contrapeluza de un toro. En su mayoría productos importados. El mecanismo de cómo entran a la isla no lo sé, pero están aquí, y no guardados
desde hace 40 años.
No deja de ser cierto lo del bloqueo, lo que éste no toca a todo el mundo. Los que por desgracia hace años que no ven a sus familiares no están bloqueados, pero los que tenemos la suerte de convivir con ellos estamos jodidos.
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