Sueños fracasados
Claudia Vázquez Linares, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, julio - Convertir a Cuba en el país más culto del mundo en un plazo de 10 años es la nueva meta que se ha trazado el régimen cubano. Inmensa es la lista de metas fantásticas que se le ha impuesto al país en estas cuatro décadas. La
zafra de los diez millones, el cordón de La Habana, la autopista nacional, construir el metro para 1990, son sólo algunos de los planes frustrados.
¿Será que a quienes gobiernan se les ha olvidado todo esto, o se trata de que siempre necesitan de metas futuras a falta de un presente más halagüeño?
Nadie podría negar que la educación para todos es un "logro" del sistema cubano. La isla cuenta, según datos oficiales, con el índice de maestros más alto del mundo. También, según las autoridades gubernamentales, con el mayor número
de profesionales per capita, así como el mayor número de estudiantes universitarios en promedio por habitantes del planeta. ¿Por qué, entonces, ya no somos el pueblo más culto?
Múltiples son las causas que podrían esgrimirse. Interesarse por la lectura, visitar museos, ir al teatro o escuchar conciertos de música clásica siempre han sido aficiones de minorías. Quienes tienen inclinación por estas formas de entretenerse y
cultivarse no necesitan de campañas para ello. El aficionado a la lectura compra un libro caro aún cuando tenga que privarse de cosas tal vez más vitales. De igual modo un amante a la buena música no cambiaría un concierto de la sinfónica por un juego de béisbol.
¿Acaso con conciertos de Mayohuacán y Moncada en las plazas del país, distribuyendo libros de Che Guevara y con las mesas redondas instructivas cada tarde se pretende que el cubano sea el hombre más culto del mundo en los próximos diez años?
Para ser un pueblo culto no bastan las campañas de la masificación de la cultura. El pueblo cubano, como cualquier otro, a lo que aspira es a una vida más libre y próspera. Cuando los obreros y profesionales ganen salarios más decorosos decidirán si con
su dinero compran libros de filosofía, la revista Bohemia, o se dedican a escuchar música sinfónica. El día en que los que viven en la Isla no tengan que dedicar tanto tiempo a la lucha por la supervivencia cotidiana.
No hay que olvidar que durante estos 40 años los sueños impuestos sólo han resultado rotundos fracasos.
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