Realidad y desafíos de los discapacitados en Cuba
Reverendo Pedro Crespo Jiménez, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, julio - El tema de los minusválidos o la discapacidad en Cuba, constituye un aspecto polémico en el debate popular en torno a la lucha diaria por la subsistencia. En contraposición con lo que dice al respecto la propaganda oficial, en la misma proporción en
que se ha ido deteriorando la calidad de vida, los discapacitados han sufrido doblemente el impacto de esta crisis social. Bastaría decir que las posibilidades de empleo para los discapacitados son muy escasas. De ahí, que muchos opten por la variante del trabajo por cuenta propia.
Las principales calles de la capital, por ese motivo, se han convertido en un bazar de vendedores ambulantes. Los discapacitados, que son verdaderos héroes anónimos de una incipiente sociedad civil, son perseguidos y maltratados por inspectores estatales y agentes de la policía.
Los agentes policíacos exigen constantemente licencias, cuyas tarifas resultan muy altas y que, en la mayoría de los casos no pueden ser pagadas, por lo que los discapacitados son desalojados de inmediato de las áreas que ocupan (portales de tiendas, centros comerciales y vías
de mucha afluencia de público) para la venta de tableros improvisados de productos de la cartilla de racionamiento, y otros como lápices, juntas de goma para ollas de presión, gomas de borrar, peines, sortijas y brazaletes de lata, frasquitos con perfume barato, ganchitos para
cabellos de mujer, barajas fotocopiadas en pésimo papel, cuchillas de afeitar, juegos de solterona, betún para calzado, cordones y otras baratijas.
No faltan los que deambulan por las calles con imágenes de santos pidiendo una limosna para comer.
Esta situación se hace más dramática en el interior del país, donde los recursos y el abastecimiento es cada vez más limitado.
Los centros especializados en la atención de estas discapacidades son ineficientes, y la mayor parte se encuentras ubicados en la capital, presentando muchos de ellos un mal estado de conservación y un gran déficit en el equipamiento y en los accesorios higiénicos
sanitarios.
Las instituciones que deben velar por la protección, seguridad y bienestar de los minusválidos han devenido en espacios burocráticos incapaces de cumplir con los objetivos para los cuales fueron concebidos. El gobierno le otorga a los minusválidos que no pueden
laborar una ayuda de sesenta pesos, el equivalente a tres dólares al mes, lo cual es totalmente insuficiente, dada la carestía de la vida. Además, a los que reciben esta ayuda no se les otorga licencia como cuentapropistas.
Los inspectores estatales no quieren a los discapacitados en las calles, sino en locales especialmente habilitados, pero los que existen para estos fines ya están cubiertos por otros cuentapropistas, y el gobierno local no dispone de más espacios en la ciudad.
Aunque para muchas personas la discapacidad es sinónimo de marginación-rechazo, he tratado de acercarme a este mundo que identificamos como un mundo de dolor, de sufrimiento, para repetir algunas opiniones de personas autorizadas, que ven las cosas desde otra óptica.
Ellos alegan que "nada más irracional que aplicar un concepto de minusvalía al conjunto del ser, porque puede que la persona sea coja para caminar, ciega para ver, sorda para oír..., pero su capacidad intelectual puede darnos grandes talentos como queda plasmado en las
biografías de Goya, Beethoven, Lautrec, etc.
Isócrates decía: "Aunque los parámetros sean otros, aunque no existan técnicas ni reglamentos, porque el ser humano -con o sin deficiencias, no está obligado a optar entre el sí o el no, ver la vida a través de cristales blancos o negros, de
aceptar las cosas, por el todo o la nada. Una realidad que hace bella la vida, y donde todos cabemos porque para todos hay lugar, función y sustento, en su diversidad. Porque la concordia puede estar en cualquier las escenas humanas que nos alertan de la incomprensión real, de la falta
de solidaridad, del aislamiento imperdonable, incomprensible e inaceptable..."
Quiero dar gracias a Dios por estas diferencias, porque ellos han hecho lo posible por ganarse grandes puestos en el arte, el deporte, las ciencias. Porque los discapacitados han demostrado ser diferentes y muy valiosos.
Reflexionemos en torno a este mundo tan especial, que nos hace más sensibles, más humanos, y nos dice que el sufrimiento puede tornarse alegría, si lo miramos con los ojos del alma.
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