CUBANET ...INDEPENDIENTE

18 de julio, 2000



Colas cubanas: morir en presente

Héctor Maseda, Grupo Decoro

LA HABANA, julio - Aborrezco las hileras de cubanos que forman las denominadas colas, a las que estamos obligados a recurrir y que nos hacen perder el tiempo, la paciencia y la capacidad racional. Esas que se han convertido, sin razón, en uno de los elementos más importantes de nuestra vida.

En realidad no sólo las empleamos en adquirir productos de uso y consumo, viajar en ómnibus, comer en un restaurante, asistir a una función de teatro o al ballet, ir al cine, a un club, cobrar la jubilación, pagar impuestos, liquidar una multa ..., sino que forma parte integral de nuestra existencia social y son un medio para canalizar las inquietudes.

En la práctica se manifiestan como canales de información bidireccional entre gobernados y gobernantes. Los primeros emiten sus juicios al por mayor y en confianza. Los otros se sirven de ella para medir termométricamente la temperatura social, y así poder mantener el férreo control sobre la ciudadanía.

Desplazarse en su entorno permite abrir una ventana a la curiosidad: Unos hablan de la política educacional que lleva el gobierno, sus desatinos y aciertos. Otros, jóvenes por cierto, conversan sobre las pocas opciones recreativas que les ofrecen, y motivo primordial en el incremento de la violencia juvenil.

Más a la izquierda se discute acerca del aumento de la drogadicción en el país, y cómo se observa la presencia de uniformados en compañía de perros que la detectan en zonas con alta densidad de turistas extranjeros. Un poco a la derecha, bellas estudiantes se refieren a las ventajas de tener amigos foráneos, visitar bellos lugares en el país, disfrutar del buen vestir y abrazar la esperanza de casarse con alguno de ellos y saltar definitivamente la valla hacia el otro mundo.

Al final de la cola, un grupo de muchachos parlotean sobre el último escándalo que protagonizó Fefita, la hermosa y libertina sílfide de la cuadra. Se discute sobre el dopaje y las recientes acusaciones y sanciones impuestas a ciertos atletas nuestros. También del pésimo servicio que ofrece el Ministerio de Salud Pública a la población y la falta de higiene, escasez de medicamentos y deficiente alimentación a los enfermos internados en hospitales.

El reloj avanza, pero la fila permanece como al principio. Los temas varían. Ahora son los de la tercera edad que hablan de la corrupción en los sectores laborales captadores de divisas, sobre todo en el turismo. Señalan además; que al raterismo (robo de artículos de poco valor) en el país la policía le ha puesto cadenas, pero que el desvío de recursos y la malversación continúan su paso ascendente. También se habla de los siete meses que llevamos con las tribunas abiertas, y cómo culpamos a los demás de los yerros gubernamentales.

Existen otros tipos de colas que el régimen de Castro trata de ignorar. Me refiero a las que hacen nuestros paisanos frente a las misiones diplomáticas extranjeras acreditadas en el país, con el objetivo de abandonarlo definitiva o temporalmente con tal de escapar de lo que califican como "el infierno caribeño".

Enormes en número y cargadas de infinitos sacrificios y vigilias que duran días, son muchos -sobre todo los jóvenes- que desean viajar al exterior. Por supuesto, pocos lo logran. Es necesario tener mucha suerte y recursos económicos para sortear los obstáculos que deben vencer. Pero los asiste la esperanza de convertir su triste presente en un promisorio porvenir.

En estas esperas los temas son diferentes a los anteriores. No se tocan las penurias e insatisfacciones que a diario deben enfrentar. Ese presente lo esquivan. Ya forma parte del pasado. Sólo tienen en cuenta el futuro.

Es obvio que las colas de cualquier categoría en Cuba han adquirido jerarquía de centros catalizadores de catarsis en unos casos, y toma de decisiones trascendentes en otros.

Lo cierto es que en las colas se aprende y se sufre, establecemos nuevas relaciones y comprobamos lo que ya sabíamos, pero que no deseábamos recordar; aumentamos nuestros conocimientos del medio que nos rodea y adquirimos a la vez conciencia de la impotencia que nos asiste para edificarlo; ganamos en experiencia y sin embargo, trabamos contacto con las miserias ajenas.

Es precisamente en medio de estas reflexiones que logramos renovar nuestras esperanzas de vivir el mañana, a pesar de que hoy morimos lentamente en el presente.



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