La Vanguardia Digital - - 03:02 horas - 03/07/2000
En Cuba no hay niños sin zapatos ni gente malnutrida, como en otros países pobres del mundo, pero hay carestía -mucha más que en la década de los ochenta- y se agrandan las diferencias socioeconómicas entre aquellos afortunados que tiene dólares y
aquellos otros que carecen de la preciada divisa estadounidense. En un extremo están los que se benefician directamente del turismo -este año se esperan dos millones de visitantes, que dejarán más dinero que la caña de azúcar- y en el otro los campesinos y
los ancianos, que son los que más sufren por la falta de abastecimiento en la isla caribeña.
Con una deuda que alcanza los 10.000 millones de dólares y sin acceso a la financiación de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), Cuba importa gracias a las ayudas crediticias de los gobiernos que más cosas le venden,
como Canadá, México, Francia, Italia, España y China.
Los jubilados, por ejemplo, cobran pensiones muy bajas -una buena pensión es de ocho dólares al mes, menos de 1.500 pesetas- y tienen que hacer un gran esfuerzo físico para desplazarse a los mercados de las isla porque el Estado cubano es pésimo a la hora de organizar
la vida cotidiana. Hay colas e interminables papeleos burocráticos para llevar a cabo cualquier tipo de gestión, sea cual sea. El ciudadano cubano nunca ha sido consumidor y el servicio público, muchas veces, más que un derecho parece un privilegio.
© Copyright La Vanguardia Digital 2000. All Rights Reserved |