"¡Antes que vivir en el comunismo es mejor morirse!"
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, junio - "¡Antes que vivir en el comunismo es mejor morirse!" Esta fue la expresión que los familiares de Fidel Cristóbal Falcón Llorens le oyeron decir repetidamente. Por su familia es que el hombre abrió las puertas de su pequeño
comercio: La Bodeguita de la Esquina. Con ella soñaba poder darle una vida decorosa a sus seres queridos, allá, en San Antonio de las Vegas, un pueblito la provincia Habana.
Hombre sencillo, trabajador, sociable y humano. Así lo describen sus clientes y vecinos. Esa gente de barrio que ve en el bodeguero a la persona que les ayuda con lo del sustento diario, ya sea proporcionándoles facilidades de pago como ocurría en la etapa pre
revolucionaria o "resolviendo" alguna mercancía, como se le dice ahora a lo que se le roba al Estado, único bodeguero legalizado.
En el año 1965, durante la etapa de las intervenciones del gobierno de Fidel Castro, la bodega de Fidel Cristóbal fue desactivada, el local ocupado y puesto en uso de otras funciones "revolucionarias" y a su legítimo dueño lo ubicaron en un comercio de la
zona.
Además de trabajar para el Estado socialista, Fidel Cristóbal estuvo reclamando ante las autoridades el local de su intervenida bodega, pues ésta se encontraba dentro del perímetro de su casa y las autoridades no le pagaron nada, pero sí se apoderaron de todo
lo que allí él tenía.
Sin respuesta a sus reclamos, decepcionado de un régimen que lo excluyó como pequeño empresario y amargado por un futuro sin esperanzas, el día 13 de mayo de 1996, Fidel Cristóbal se privó de la vida. Se ahorcó, quizás en señal de
rebeldía, colgándose del mismo techo del que otrora fuera su establecimiento.
Su viuda, sus dos hijas, así como sus vecinos y amigos, afirman que Fidel Cristóbal fue víctima del gobierno de Fidel Castro.
"El nunca pudo reponerse de la pérdida de La Bodeguita de la Esquina" -coincidió la mayoría de ellos, y recordaron tristemente con cuánto sacrificio Fidel Cristóbal Falcón Llorens había logrado establecer su pequeño comercio, allá,
en San Antonio de las Vegas, un pueblito de la provincia Habana.
Días antes de su muerte, dicen que murmuraba: "Si todos los cubanos se hubieran quedado aquí, si nadie se hubiera ido, entonces, otro gallo cantaría".
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