Antonio Haas. El Imparcial. 29 de Febrero de 2000. Hermosillo, Sonora, México
A pesar del estrepitoso fracaso del comunismo en todo el mundo -ya hasta China liquidó su estatismo económico- la izquierda mexicana no se da por enterada, porque para los ideólogos, la ideología es más importante que la realidad. Así caen en el maniqueísmo,
su enfermedad profesional y máximo impedimento para el pensamiento lógico.
La actual polarización en torno a la extradición de Pinochet es un ejemplo típico de este maniqueísmo en México. Y conste, por favor, que no pretendo inventarle excusas al terror que desató en Chile en 1973. No opongo en duda las atrocidades ordenadas
por él, pero lo interesante es que su comportamiento sanguinario no es la verdadera razón por lo cual lo tienen aborrecido. Si la única causa fuera la matanza de sus compatriotas, igual odio debería despertar Fidel Castro, cuyos fusilamientos de paredón fueron
también ejecuciones políticas y, sin embargo, la izquierda lo tiene por un héroe de la talla de Simón Bolívar.
No. La verdad es más sencilla: La matanza de compatriotas por un gobernante sólo molesta a las izquierdas cuando los muertos son izquierdistas. Cuando son contrarrevolucionarios, como los miles que ejecutó Castro, o los millones que ejecutaron Stalin y Mao en su tiempo, la
izquierda se queda tan campante.
Lo inexplicable en la actualidad es el atractivo que sigue teniendo el comunismo para las masas cuando el mundo entero es testigo de que sus promesas de una sociedad sin clases jamás se cumplen porque son imposibles de cumplir.
Alguien tiene que gobernar y ése necesita segundas manos, y así sucesivamente se va formando una clase gobernante con privilegios de millonarios como lo fue la "nomenklatura" en la URSS, y el pueblo vuelve a encontrarse sometido a una monarquía absoluta. Por
anticomunista, Stalin exterminó a millones de campesinos, los mujics, y la izquierda mexicana siguió firme en su fe, soñando en Cuauhtémoc y el imperio azteca. (El único que logró una sociedad sin clases fue "El Mosh", y sólo por diez meses)
Acá nos cuenta que el pueblo cubano, a pesar de las estrecheces en que vive, adora a Castro Ruz. El preso que lame sus hierros es un fenómeno sicopático ya muy comentado pero no parece ser el caso en Cuba. Si fuera cierto, ¿por qué nadie sabe dónde vive
Fidel? "Tiene muchos lugares", dicen los cubanos. Pero en cualquier país moderno, el Jefe de Gobierno tiene una residencia oficial por todos conocida mas no en Cuba. A ese grado llega la paranoia oficial.
¿Y por qué dicen que no hay pobreza cuando es ubicuo el acoso de mendigos?
Serán ilegales, pero en La Habana piden dinero y en provincia, un jabón. "Para mi bebito", nos dijo una mujer en Trinidad, y un campesino cerca de Pinar del Río nos gritó "¡Jabón!" desde atrás de su yunta, y unas mujeres le
hicieron coro tallándose los brazos.
Esa es miseria. Allá y acá le echan la culpa del bloqueo norteamericano, pero eso ya no es creíble. De eso ya hace cuarenta años y Cuba todavía no puede alzar cabeza. Taiwan, en cambio, a pesar de sus 30 años de bloqueo norteamericano (datando de cuando
Nixon reanudó relaciones con China), está riquísimo con la altísima productividad de su economía de mercado y los ahorros del pueblo. Entonces, si no es por el bloqueo, ¿a qué se deberá tamaña diferencia? ¿No será porque Taiwan
es una democracia con política económica liberal?
Este es el hueso que se les atora a nuestras izquierdas mexicanas: Que el estatismo es el tiro de gracia para la economía. Los salarios del Estado son tan miserables que en La Habana muchos profesionistas prefieren trabajar de choferes o guías de turistas porque las propinas en dólares
son muy superiores a los sueldos oficiales.
Pero Fidel no ceja: "Socialismo o muerte" rezan los letreros por toda la isla.
La emigración de balseros demuestra que, ante esa disyuntiva, muchos optan por la posibilidad de la muerte a cambio de la vida. |